Oviedo

El asturiano Dani Navarro vivió ayer un día especialmente duro en el Tour. Celebraba su trigésimo primer cumpleaños y había marcado en rojo la jornada en el calendario porque quería buscar la victoria en la cima del Chamrousse. Pero Dani no llegó a meta. A mitad de jornada debía bajarse de la bicicleta. Mareado por el calor y con problemas estomacales, las fuerzas le habían abandonado y se metía envuelto en lágrimas en el coche del equipo Cofidis.

Noveno en el Tour del pasado año, el gijonés había ganado cerca de cien plazas en la presente semana y ocupaba la 37.ª posición en la general, a 44:41 del líder Nibali.