Al tercer intento, el Sporting tomó Anduva. Fue necesario el mejor encuentro de los rojiblancos en lo que va de temporada, en un partido en el que los de Abelardo saldaron alguna cuenta pendiente más. El Sporting sigue invicto después de cinco jornadas, es el equipo más fuerte lejos de su estadio, accede a la zona alta de la clasificación y, por primera vez, logra mantener su portería a cero. Fue también el día de la consolidación de Pablo Pérez, inesperado pichichi rojiblanco, que rubricó la victoria con su primer doblete. No será el último.

En un partido sin estridencias, el Sporting tuvo dos virtudes que acercan al éxito a cualquier equipo. Se mantuvo firme en defensa, trazó un perímetro de seguridad en torno al Pichu Cuéllar, de tal suerte que su tranquilidad nunca se vio comprometida. El Sporting fue también un equipo bien agradecido, al aprovechar los regalos defensivos de un Mirandés de circunstancias. Pablo Pérez es un ejecutor silencioso, un futbolista con tanta calidad que todo lo que hace parece sencillo. A la vez, garantiza la eficacia.

A pesar de su juventud, mostró un cuajo insultante en la jugada del primer gol rojiblanco. Tras el clamoroso error de Álex Ortiz, recogió la pelota casi con dulzura y, con total naturalidad, dirigió sus pasos hacia la portería de Imanol. Ni se inmutó con el estruendo de centrales al galope procedente de su espalda. Amagó con el cuerpo, tiró el regate y, cuando parecía que había agotado el ángulo, embocó con un toque sutil con el interior. Impecable en su ejecución, este chico de buenas maneras y educación exquisita, forjada, ya se sabe, en el colegio de La Inmaculada doblaría la cuenta poco después. Tras un pastoso primer tiempo, el Sporting marcó el paso tras el descanso. La estadística es demoledora. Los de Abelardo dispararon once veces entre palos, incluido el latigazo de Sergio al larguero, y siete veces más sin puntería. Quizá sea pronto para encumbrar a Abelardo, pero es justo señalarle como el máximo responsable de la imagen que está dando su equipo. Un Sporting sólido, difícil de derrotar y capaz de volver a ilusionar al sportinguismo.