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El fenómeno de Ujo

Castro revoluciona la localidad mierense, donde nació y creció como jugador, convertido ya en el nuevo ídolo del Sporting

Castro muestra su camiseta en el colegio La Salle de Ujo, donde se formó y empezó a jugar al fútbol. FERNANDO GEIJO

"Siempre apuntó maneras. En pista cogía el balón y se reía de todo el mundo". Alfonso García, hermano lasaliano y miembro de la comunidad educativa del colegio La Salle, resume así la habilidad de "Carlinos", exalumno del centro. Lo hace sobre la misma pista de futbito en la, hace quince años, empezó todo. Carlos Castro García (Ujo, Mieres, 1-6-1995) recibe en Ujo a LA NUEVA ESPAÑA para recordar el inicio de una proyección meteórica. La que volvió a reivindicar el pasado domingo en El Molinón, anotando su segundo doblete esta temporada, colocándose como el máximo goleador del equipo junto a Pablo Pérez, y elevando al Sporting a zona de ascenso directo, con los mismos puntos que el líder. "Por soñar, quiero estar en Primera. Hay equipo esta temporada y es por lo que vamos a pelear", afirma el rojiblanco.

"Ujo es un pueblo pequeño, nos conocemos todos. La gente me trata como siempre", explica Carlos Castro, que intenta darle una aparente normalidad a los continuos saludos que recibe mientras camina por la calle de Rodríguez Vigil, principal arteria de la localidad mierense. "El domingo sí que hubo muchas felicitaciones, se agradecen, porque eso significa que están pendientes de ti", añade, un tanto ruborizado cuando los gestos de cariño se amplían y ya llegan a través del claxon de los coches que circulan por la vía. Se empeña en quitarle importancia, pero el fenómeno Castro se comprueba hasta en las cafeterías. En L`Artesa, en plena plaza de la Iglesia, una foto suya, con dedicatoria incluida, preside la barra del establecimiento. "Es que solemos venir mucho por aquí", justifica la joven promesa criada en el barrio de La Vega.

Castro comenzó a jugar a fútbol con apenas cuatro años, en el colegio La Salle, donde cursó sus estudios hasta culminar la Secundaria. Su olfato en el área le llevó a fichar en alevines por el Caudal. "Allí fue la temporada en la que más goles marcó. Hizo 78 tantos, 46 con el infantil A, con el que consiguió el ascenso a Primera. Bajó entonces a disputar los últimos partidos de Liga con el filial (infantil B), con el que marcó 25 y otro más en la promoción de ascenso a Segunda", puntualiza Antonio Castro, padre del rojiblanco. "Él suele llevar la cuenta, a mí esas cosas se me olvidan", añade entre risas el protagonista. "Lo del gol siempre lo tuvo", añade orgulloso el cabeza de familia. La siguiente campaña fichó por el Oviedo, y un año más tarde le llegó la llamada de Mareo. "A mí siempre me tiró el Sporting", ha recordado ya en varias ocasiones el propio Castro, que completó su formación, desde edad cadete, en las categorías inferiores del conjunto rojiblanco.

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