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La vida en azul de Celsín

Celso García, socio del Oviedo desde 1932, además de exjugador de su filial y exdirectivo, cumple 89 años el próximo 26 de abril, un mes después del nacimiento del club

Celso García, en la plaza de la Gesta. NACHO OREJAS

Hubo un tiempo en que Celso era "Celsín". "En el equipo estábamos dos con el mismo nombre. Yo me quedé con Celsín y mi compañero con Celsón. Se entiende el por qué, ¿no?", comenta con un tono guasón mientras se señala. Celso García Gutiérrez (Noreña, 1926) es un todoterreno con sonrisa contagiosa. El 26 de abril cumplirá 89 años, dato que revela que el Real Oviedo solo le saca un mes de existencia. Lo que se descubre al hablar con él es que el Oviedo ha estado presente en muchas de las experiencias de su vida. Celso, o Celsín como nombre artístico, fue jugador del Vetusta, directivo del club azul, incluso presidente de la Federación Asturiana de Fútbol. Es socio del Oviedo desde 1932 y conserva una memoria prodigiosa que le permite desmenuzar cada etapa vivida por la entidad carbayona en sus 89 años de historia. Los suyos.

Celso llega como cada mañana puntual a su cita en la cafetería la Lira. Nunca falla. Impoluto, con su traje gris, corbata azul y un complemento que no puede fallar: su pin del Oviedo. "Siempre lo llevo en este traje", comenta. Cuando aparece, su buen amigo Fermín ya le está esperando. Fermín Alonso Sádaba, que cumplirá 92 años próximamente, preside la Hermandad de Defensores de Oviedo y también fue socio en su momento del club. Hasta que su paso al arbitraje le creó un problema de compatibilidad. Los dos amigos se encuentran en la misma esquina de la cafetería durante los últimos treinta y pico años, no lo recuerdan con precisión, para hablar de lo divino y de lo humano. El Oviedo, los recuerdos del club azul más que la pura actualidad, también está presente en sus conversaciones.

"Herrerita es el más grande que he visto", contestan al unísono cuando se les pregunta por el jugador más destacado que han visto con la zamarra azul. La primera respuesta es clara. Herrerita gana la final con varios cuerpos de ventaja sobre los Lángara, Antón, Argila o Echevarría. A Celso se le pide una justificación a su elección y contesta con un ejemplo. "Estaba en Bilbao estudiando para hacer el ingreso de ingeniero industrial y vi una victoria del Oviedo en San Mamés que recuerdo perfectamente. El Athletic iba ganando 2-0 y parecía un partido claro para ellos. Entonces Herrerita se remangó los pantalones", dice e insiste en el gesto: "Se remangó de verdad, ¿eh?".

El partido cambió. "Fue una exhibición. El Oviedo ganó 2-4 gracias a cuatro goles de Cabido, pero la estrella fue Herrerita". La historia es contada con tal detalle que merece una comprobación. Efectivamente, el Oviedo se impuso en San Mamés 2-4 en la cuarta jornada de la temporada 1945-46 gracias a cuatro tantos de Cabido. Cuesta encontrar referencias sobre la actuación de Herrerita aquella tarde, pero tras la demostración de memoria de Celso conviene creerle al pie de la letra. "Herrerita era el mejor pero en el fútbol actual no se entendería su juego. Se diría que peca de egoísta", culmina.

Antes de irse a Bilbao, y jugar en el Jolaseta, Celsín había fichado por el Oviedo Aficionados. Fue después de un torneo de verano disputado en la ciudad en el que se hizo una selección de los futbolistas más destacados. Celsín fue uno de ellos y fichó por el Oviedo Aficionados, el primer filial del club, nacido en 1943. El equipo creado se fusionó con el Vetusta y Celsín, medio derecha reconvertido después en defensa derecho por la imposición del sistema WM, debutó en el filial en la temporada 1944-45. "No tenía muchas esperanzas de subir al primer equipo. Era un futbolista vulgar", comenta con humildad. "No le haga caso. Era bueno. Se lo digo yo", interviene su amigo Fermín. Celso opta por enumerar los futbolistas de su etapa para quedarse con la razón. Ahí estaban Parajón, Riestra, Santa Marina? "El nivel era muy alto. Yo solo cumplía". Da por cerrado el debate.

Al Vetusta le siguió Bilbao. motivos académicos, y tres años después regresó a casa. Le esperaba su plaza en el filial azul. Logró el ascenso a Tercera División, recuerda, aunque le cuesta precisar el año. Estudió químicas mientras jugaba con el segundo equipo, algo que terminó por dificultarle su carrera futbolística. "Mi último año no fui titular porque a la hora del entrenamiento me tocaba laboratorio. Y, claro, los estudios eran lo primero", dice. Logró licenciarse y aquella temporada, la 1951-52, fue su última como futbolista azul.

Pero los lazos con el Vetusta se mantuvieron. Celso, el diminutivo se quedó en los terrenos de juego, ejerció como directivo entre 1963 y 1967. Llegó incluso a presidente del segundo equipo; la costumbre de la época era que hubiera un hombre al mando en los conjuntos filiales. Su periplo por los despachos se acabó de sopetón. "El Oviedo quería echar al entrenador y no me parecía justo. Campanal, además de que había sido mi entrenador, era un gran técnico. Dije que yo no quería echarlo y, como las cosas no se arreglaban, presenté mi dimisión", comenta para rápidamente matizar: "¡Pero me mantuve como socio!".

En realidad, aclara, es socio del club desde 1932, con una mínima interrupción. Al convertirse en presidente de la Federación Asturiana, Celso no abonó su cuota durante tres años por incompatibilidad. Afortunadamente, el Oviedo le guardó el número. "Debo de ser el 3 o el 4, no lo recuerdo. Si le digo la verdad, no sé ni dónde tengo el carné de esta temporada", asegura.

Porque el paso de los años le ha ido alejando del Tartiere. No pesan los disgustos del club en la última década, ni la pérdida de los símbolos más tradicionales -véase el antiguo Tartiere-; por encima de todo pesan los nervios. "Me pongo muy nervioso porque lo azul tiene que ganar. Sufro si no lo hace", relata. Al Tartiere nuevo solo ha ido en una ocasión, aunque la experiencia no le satisfizo del todo: "Un día me animé porque tengo una hija y un yerno que son muy forofos y les di la sorpresa. El campo me gustó, pero empezaron los nervios y acabé dando paseos por los pasillos sin mirar al campo".

Ahora opta por no ver los partidos. Ni por la tele. "No, no. Prefiero leer lo que pasa por aquí", dice señalando un ejemplar de LA NUEVA ESPAÑA posado en la mesa. "Este año tenemos un delantero muy bueno. Ese Linares. Aquí, en Oviedo, siempre hemos sido de ensalzar al que marca los goles. Mire Lángara, Echevarría o Antón", analiza. Hay otro factor que le gusta. "El entrenador, que me parece un hombre prudente por lo que leo en sus declaraciones".

El futuro del club, piensa Celso, tiene buena pinta. Basta escucharle un par de minutos para darse cuenta de su optimismo. "Yo nunca me creí eso de que podía desaparecer. ¡Eso es imposible!. Y continúa: "Tengo acciones del Oviedo y compraré más si es necesario. Porque yo no concibo a Oviedo sin el Real Oviedo. Esté en la categoría que esté".

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