El Sporting celebró por todo lo alto el día de la madre con una victoria que le mantiene al acecho del Girona y con una mejoría en el juego que revitaliza el espíritu con vistas al disputado sprint final. Fue el día de la madre de Guerrero, un futbolista no siempre reconocido, pero que ayer completó un partido excelso. El de la madre de Sergio, acostumbrada a la sobresaliente regularidad de su hijo. También fue el día de la madre de Jorge Meré, de la de Bernardo, de la de Luis Hernández... Es fácil imaginar dos madres al borde de la emoción. La de Hugo Fraile viendo a su hijo salir ovacionado de El Molinón tras la grave lesión que padeció y la de un Nacho Cases, que regresó al césped con el aplauso más intenso de la tarde, en una mensaje para la esperanza. Fue el día de todas las madres, pero algunas recibieron regalos muy especiales.

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Al Sporting hay que ponerle el mismo lunar que le ha perseguido durante todo el campeonato. En su partido más cómodo, los rojiblancos siguiendo adoleciendo de un evidente problema de cara a gol. Un sólo tanto, marcado de penalti, en un encuentro plagado de ocasiones, ante una defensa que hizo aguas y con Cabrero casi como único obstáculo. La falta de definición de los rojiblancos hizo temer por el resultado. Cada balón en largo se convirtió en una amenaza, que la defensa rojiblanca fue despachando con eficiencia burocrática. No concedió el Sporting ni una sola oportunidad a un triste Mallorca.

Poco hay que decir del miserable planteamiento bermellón. Con un centro del campo formado por Cristian Bustos y Joao Víctor, no hace falta un análisis más exhaustivo. Por una vez el fútbol fue justo con el único equipo que quiso buscar la victoria. Mención especial para Pérez Pallás, el árbitro gallego tomó tres decisiones que marcaron la suerte del encuentro. Se atrevió a descontar dos minutos en el primer tiempo (uno por cada actuación de Fofó), señaló un claro penalti de Truyols a Guerrero y expulsó con roja directa a Pau Cendrós por un derribo sobre Carlos Castro cuando se iba directo hacia Cabrero. Cendrós tiene el récord de haber estado sólo unos segundos sobre el césped.

Abelardo formó el equipo que había ensayado durante la semana. Dejó a Jony en el banquillo y dio campo a Hugo Fraile. En defensa no hubo sorpresas y el Sporting completó otro partido a cero. La fiesta del sportinguismo no fue completa por la poca eficacia de su ataque. Los rojiblancos dominaron en todas las facetas y crearon ocasiones meridianas que no acertaron a definir. Un problema en una categoría con equipos grandes, que tienen delanteros de colmillo retorcido que despachan los días grises.

El Sporting, que no dio síntomas de acusar la presión de estar obligado a ganar, emite señales positivas. Con el sprint ya lanzado, Abelardo recupera jugadores importantes y el equipo gana presencia. La superioridad demostrada ayer debe interpretarse como un golpe de autoridad.