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Fútbol | Promoción de ascenso a Segunda

El partido más difícil de Aulestia

Héroe del último ascenso del Oviedo, el portero del Cádiz, el menos batido de toda la Segunda B, llega a un campo que le idolatra

Kevin lanzó a media altura y una figura negra, ágil y con determinación, detuvo el lanzamiento. El Oviedo había logrado el ascenso a Segunda B. Aulestia se quitó la camiseta y rompió a llorar. Antes de cualquier síntoma de alegría hubo un gesto de liberación. Lágrimas y un grito. El peso que se había quitado de encima el oviedismo era enorme y Aulestia, mejor que nadie, representaba ese sentimiento. El portero fue el héroe del último ascenso del Oviedo y cuatro años más tarde, el fútbol es caprichoso independientemente de la categoría, es la principal amenaza de fiesta total en el club azul: guarda la meta menos accesible de Segunda B, la del Cádiz.

Oinatz Aulestia (Ondarroa, Vizcaya, 1981) regresa hoy al Carlos Tartiere para jugar el que seguramente sea el partido más difícil de su carrera deportiva. Porque al margen de aquella imagen en Son Moix, la integración de Aulestia con el oviedismo fue total durante su etapa en El Requexón. Con alguna polémica incluida, balcón del Ayuntamiento mediante, por mostrar públicamente sus sentimientos.

Aulestia llegó al Oviedo en el enésimo momento de inestabilidad deportiva. Todo lo ocurrido después de 2003 lleva implícito una dificultad extra en la capital del Principado, pero aquel verano de 2007 era especialmente trsite. El equipo acababa de descender, por méritos deportivos, de Segunda B tras firmar la campaña más vergonzosa de la historia del club azul. Tocaba levantarse de nuevo y el proyecto pasaba por un hombre seguro en la meta.

Llegó Aulestia con fama de ágil cancerbero para liderar un proyecto en Tercera ambicioso. Una plantilla de otra categoría y un entrenador en una sintonía diferente. El Lobo Carrasco fue el fiasco en una campaña que acabó de una forma abrupta en la promoción. Derrota 4-1 en Caravaca, destitución de Carrasco, remontada por el buen camino en el Tartiere, un árbitro quisquilloso y eliminación tras el 4-2 final. Aquella derrota caló en la plantilla. Aulestia, un tipo que suele guardarse las cosas muy adentro, se pasó 3 días casi sin articular palabra.

Después llegó el desquite. La temporada 2008-09 fue avanzando con naturalidad y buenos resultados bajo la batuta de Raúl González. El equipo logró el ascenso en la escena descrita en Mallorca y Segunda B aparecía como otra parada breve para reanudar la marcha hacia el fútbol profesional. Para entonces Aulestia era un peso pesado del vestuario, uno de los ídolos de la grada y un portero fiable en la siempre analizada bajo lupa meta azul. La directiva liderada por Alberto González, en cambio, empezaba a dar síntomas de una falta absoluta de lógica en la toma de decisiones.

En la 2009-10 el Oviedo fue de menos a más. Con Pichi Lucas en el banquillo, los azules terminaron segundos pero no pudieron superar al Pontevedra en la primera eliminatoria de play-off. José Manuel Martínez, director deportivo entonces, hizo un lavado de cara total a la plantilla en busca de futbolistas "más competitivos". Aulestia pasó el corte.

Entró el club entonces en una fase notable de autodestrucción. Con el divorcio total de hinchada y consejo, el club era un polvorín. En la 2010-11 empezaron los retrasos en los impagos, las promesas incumplidas y los pagarés. A Alberto González se le caían sus negocios y el Oviedo era el principal perjudicado. A Aulestia le tocó ser algo más que un portero. Sin Cervero en el club, él era el capitán, y tuvo que vérselas varias veces con la directiva para recibir explicaciones por los sueldos atrasados. Deportivamente, el equipo era un caos. Pichi Lucas fue destituido y le sustituyó José Manuel. En diciembre de esa temporada, Aulestia estuvo a punto de salir del club. Aguantó hasta completar una campaña que Pacheta logró enderezar.

Pero el divorcio entre Aulestia y José Manuel y Pacheta era evidente. El club le abrió la puerta de salida y el vasco buscó nuevos retos. Se fue a Cádiz, con el objetivo de jugar en la Liga de Fútbol Profesional y la espina de no poder hacerlo con el escudo del Oviedo en el pecho. En Cádiz fue primero de grupo pero el Castilla de Jesé, Morata y Nacho pasó por encima. En la repesca estuvo a una simple tanda de penaltis de saborear la gloria. En aquella ocasión las lágrimas sí fueron de decepción.

El Hércules le dio la temporada siguiente, 2013-14, la oportunidad de debutar en Segunda. Jokanovic, en la recta final, le concedió la titularidad en algunos partidos, pero el equipo descendió y Aulestia escuchó ofertas. El Cádiz volvió a llamar a su puerta, con un proyecto ambicioso. Tanto que solo el Oviedo le aparta del sueño del ascenso.

Tras su salida, Aulestia ha mantenido su amor por el Oviedo. Se le vio, por ejemplo, en Albacete, en la última presencia de los azules en el play-off. Estuvo en la grada, junto a sus amigos de Symmachiarii, bufanda en mano, entonando cánticos. Como uno más. Hoy, los sentimientos quedarán a un lado. "Ojalá Cádiz y Oviedo nos veamos las caras en la eliminatoria de campeones", dijo en su última intervención pública de la temporada. El bombo no atendió su petición y hoy le toca jugar el papel de rival en un campo que no olvida sus paradas. Ni aquellas lágrimas en Mallorca.

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