Desde 1970 hasta hace unos días, Fernando Sánchez Pérez (La Caridad, 1950) formó parte del paisaje de las instalaciones de San Gregorio, sobre todo del pabellón en el que durante 45 años jugó, entrenó y organizó el baloncesto universitario. Hasta que llegó la jubilación y, con ella, el homenaje que organizan sus amigos y compañeros del servicio de deportes del CAU. El viernes día 5, en la cena que se celebrará en el hotel AC Oviedo Fórum, Fernando "El Capi" podrá comprobar lo que supone toda una vida volcada en el deporte y, sobre todo, en el baloncesto.

En 1970, tras formarse en el colegio Loyola, Fernando Sánchez fue reclutado para formar parte del que acabaría siendo el mejor equipo de baloncesto de la historia del CAU. Junto con jugadores como Chuchi Dávila, Alejandro Gutiérrez o el norteamericano Arnet Hall, con Ricardo Hevia de entrenador, "El Capi" se sintió partícipe de la explosión del deporte en Oviedo, llevando al equipo hasta la Primera B, a las puertas de la máxima categoría entonces.

La carrera de Sánchez, que jugaba de base y era "más bien tirador", se cortó prematura y bruscamente en 1977, al sufrir una lesión de ligamentos cruzados de la rodilla de la que nunca se recuperó. Pasó a ser ayudante de Hevia y la Universidad le hizo un hueco en su servicio de deportes, donde ha trabajado hasta el pasado mes.

En todos estos años, Fernando Sánchez ha coordinado el baloncesto universitario, a veces en el banquillo y siempre desde los despachos. Disfrutó cada día en ese ambiente y guarda un recuerdo especial de su etapa al frente del equipo femenino que se ganó el derecho a jugar en División de Honor.

"En aquel momento teníamos más medios y la Universidad apostaba por el baloncesto. Llegamos a tener dos jugadoras extranjeras", destaca Sánchez, en claro contraste con la situación actual del equipo femenino: "Las jugadoras tienen un mérito enorme. Luchamos para que al menos les saliese gratis la matrícula porque antes tenían ayudas al estudio".

En la hora del adiós al Capi le salen sobre todo palabras de agradecimiento a la Universidad y, por supuesto, a los compañeros que han promovido el homenaje que no cree merecer: "Yo sólo traté de cumplir una misión".