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Fondo Norte

Una generación a consolidar

La chavalería de Abelardo merece alcanzar la permanencia y seguir durante años en la élite

Las impresionantes colas que se han formado en El Molinón son la prueba más palpable de la espléndida salud social que vive el Sporting. No se puede decir lo mismo de la salud institucional que provoca que el tope máximo de fichajes se sitúe en tres. Con uno, Omar Mascarell, cerrado y con prometedor debut en Ponferrada incluido, quedan dos incorporaciones que, según los más finos analistas del lugar, van a ser dos delanteros, uno de ellos con capacidad para entrar por la derecha, banda que se considera la más necesitada.

La prueba de ayer en Ponferrada tuvo el aliciente de ver a un equipo rojiblanco, o con precisión rojo, que no se volverá a repetir a lo largo de la temporada. Los amistosos son para hacer pruebas, y el gran timonel rojiblanco las está haciendo con profusión y sentido común. No se sabe si las pruebas incluyen la capitanía, que ocupó el admirable Bernardo, premiado con toda razón por las peñas rojiblancas por su enorme temporada, en detrimento de Canella. Puede que el año de cesión en Riazor lo haya desplazado del escalafón de la veteranía.

El Toralín presentó una muy estimable entrada en una tarde en la que el calor tuvo que ser fuerte en el Bierzo. Pero los locales han consolidado una nutrida afición al calor de sus buenos años en Segunda y hasta el campo berciano se desplazaron numerosos aficionados rojiblancos, ávidos de ir comprobando los avances del equipo.

Las pruebas más serias están muy cerca. Pasado mañana, en El Molinón, ante el Palermo, que opondrá la típica resistencia italiana y que será una excelente piedra de toque. Al sábado siguiente, día de Begoña, fiesta mayor en Gijón, aparecerá en el Anfield del Piles nada menos que el Villarreal, al que le faltan un par de fichajes para el ataque, pero que está haciendo una pretemporada de escándalo. La alineación inicial de ayer y la lista de viajeros dejaron claro que Abelardo da la importancia que tiene al amistoso del sábado, el primero ante el pueblo fiel.

La cuestión a estas alturas del ejercicio futbolístico es si la actual generación de jugadores rojiblancos va a poder dejar atrás durante un largo periodo la Segunda División. El ascenso de Carriega, tan parecido a éste en muchos aspectos, lanzó al estrellato a los Quini, Churruca, José Manuel, Castro o Tati Valdés, quienes años después dieron un paso atrás para coger carrera y lanzarse hacia los mejores años de nuestras vidas, o sea, hacia el mejor Sporting de la historia. Ésa va a ser la clave de la próxima temporada y de las siguientes. La chavalería de Abelardo se merece esa consolidación y el club la necesita porque un año en Primera no da para tapar las vías de agua que llevan abiertas años y que la nueva situación va a ir permitiendo cerrar.

Como decía el Guerra, tiene que haber gente para todo. Cuando Mendi, sobre la media hora de partido casi marca tras gran jugada de Mascarell, un lector sportinguista y madridista que confesó vivir una tarde de zapping futbolístico, llamó al periódico para confesar que le caían las lágrimas al ver con el brazalete del Real Madrid a Sergio Ramos, un traidor a la causa, siempre según él. Misión cumplida al contar lo pedido por el lector.

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