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El verano es para Benítez

El técnico muestra sus preferencias y, a falta de sus estrellas de ataque, el Madrid persevera en Oslo en la solidez defensiva

Formación inicial del Madrid, ayer, en Oslo. JON OLAV NESVOLD / EFE

A falta de otros alicientes, el "bolo" de Noruega sirvió para que Rafa Benítez siga dejando su sello en la interminable pretemporada blanca. El técnico se lo toma tan en serio que nada le aparta de sus planes. Tenía previsto un cambio masivo en el descanso cuando alguien le advirtió de que uno de los titulares ayer, Odegaard, no había tenido oportunidad de despedirse de su público. Así que, en un gesto de generosidad, le permitió saltar al campo para sustituirlo en el primer minuto del segundo tiempo y pudiese hacer el paseíllo saludando a la grada. Todos contentos: Benítez dio cancha a uno de sus preferidos, Lucas Vázquez, y Odegaard volvió a sentirse importante.

El verano futbolístico sirve, por encima de todo, para que los entrenadores hagan todo tipo de pruebas con el material de que disponen sin que los gallitos del vestuario se incomoden. Las lesiones han permitido a Benítez ensayar con el plan B a sus anchas. El técnico quedó una vez más satisfecho con la solidez del equipo, por más que el rival de ayer sea el segundo clasificado de la Liga noruega. Otra cosa es la producción ofensiva, pero ahí el entrenador tiene coartada. Cristiano y Benzema volvieron a quedarse en Madrid. Y esta vez le tocó a Isco calentar banquillo durante los noventa minutos.

Con Bale de nuevo pasando desapercibido como mediapunta, mientras James se marchitaba arrinconado en la izquierda, las miradas se centraron en el joven fenómeno noruego. Odegaard ha pasado en unos meses de llamar a las puertas del primer equipo a candidato al banquillo del Castilla, de Segunda B. En Oslo dejó algunos detalles de su magia, pero no finalizó ninguna de esas jugadas que le convirtieron en el fichaje más codiciado del fútbol europeo, mil y una veces repetidas en Youtube.

Como el Valerenga asumió desde el principio su papel de sparring, el Madrid tuvo que hacer el partido que menos le interesa. Movió el balón con paciencia, de lado a lado, con la ayuda de dos laterales tan ofensivos como Danilo y Marcelo, sin trabajo del centro del campo hacia atrás. Sólo pudo correr en los últimos minutos, en un contragolpe ideal para confirmar la calidad de Marco Asensio y la bisoñez de Borja Mayoral, otra de las estrellas de la selección sub-19, que estrelló el balón en el cuerpo del portero.

En la comparación con Odegaard, Marco Asensio sale favorecido. Aunque entró con el rival tocado físicamente, el mallorquín parece un futbolista adulto, con calidad y capaz de hacer lo más adecuado en cada momento. Su problema, como el de Odegaard, es que en su posición hay un atasco considerable. Por si fuesen pocos, Benítez parece empeñado en inventarse a Bale como mediapunta. Su conexión con Benzema es problemática. Ayer tampoco supo encontrar a un luchador Jesé. Como hay cosas que nunca cambian, Modric fue el mejor del Madrid hasta el descanso.

Después Benítez pudo diseñar el equipo que más le gusta, con Lucas Vázquez y Cheryshev en las bandas. El Madrid fue más profundo, sobre todo por la derecha, donde Carvajal parece hoy por hoy varios cuerpos por delante de Danilo. El lateral español protagonizó la mejor jugada de ataque, que se quedó en nada por excederse en el adorno en el área pequeña. En un partido de verdad no pasaría. Así que, sorprendentemente, el Madrid sumó 180 minutos sin marcar un gol, aunque la final de Munich no tuvo nada que ver con la pachanga de Oslo, donde un espectador irrumpió en pleno partido para hacerse un "selfie" con James.

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