El Barcelona empieza hoy, en el Boris Paichadze Dinamo Arena de Tiflis (Georgia), el camino hacia el 'sextete', que pasa por derrotar al Sevilla en la Supercopa de Europa, ganar también la Supercopa de España la semana que viene y rematar el pleno de títulos en un año natural con el Mundial de Clubes en diciembre.

Por su parte, el Sevilla aspira a refrendar que es uno de los más laureados del continente en la historia reciente, puesto que si gana acumularía en apenas nueve años cuatro Ligas de Europa y dos Supercopas.

Si el Barça se impone al conjunto hispalense, lograría, además de su quinta Supercopa de Europa, vengar la humillante derrota en la final de esta competición de 2006, cuando los andaluces le endosaron un contundente 3-0 que supuso el inicio del ocaso del Barça de Rijkaard.

Y sumaría, además, su decimonoveno título internacional, superando en el palmarés a Madrid, Milan y Boca Juniors, con los que actualmente está empatado con dieciocho trofeos.

Consciente de la importancia de esta nueva final, el técnico del Barcelona, Luis Enrique, se ha llevado a Georgia a toda la plantilla, a excepción del delantero Neymar, que estará dos semanas apartado de los terrenos de juego a causa de unas paperas.

La de Neymar no es, sin embargo, la única baja importante del conjunto azulgrana, que no podrá contar con Jordi Alba por una lesión muscular que sufrió durante el amistoso contra el Roma en el Trofeo Joan Gamper.

Luis Enrique, por tanto, tendrá que reconstruir el flanco izquierdo del equipo, con Pedro como sustituto de Neymar en la posición de extremo y Mathieu como la solución a la baja de Alba.

Si el Barcelona tiene las bajas del brasileño Neymar y Jordi Alba, el Sevilla no podrá contar con el portugués Carriço ni el galo N'Zonzi, pero los tetracampeones de la Liga Europa quieren emular la campanada que dieron el 25 de agosto de 2006 cuando, en la mencionada primera de sus cuatro finales de la Supercopa, ganaron 3-0 (Renato, Kanouté y Maresca) al todopoderoso equipo azulgrana.

De entonces no queda nadie en la plantilla sevillista, donde sí siguen nueve jugadores que conquistaron las dos últimas Liga Europa seguidas, en un equipo renovado este verano con ocho fichajes y que llega a su octava final continental mejor ensamblado que el pasado verano, cuando perdió esta misma Supercopa con el Madrid (2-0).

El equipo de Unai Emery afronta esta nueva cita histórica con la ilusión de sumar su segundo título en esta competición y el sexto en Europa, pero consciente de la gran dificultad que supone superar al Barça, al que no gana desde hace casi seis años.