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Líderes del espectáculo

La selección española, con un maravilloso primer tiempo de Silva, Iniesta y Busquets, apabulla a Eslovaquia y le arrebata el primer puesto del grupo

Santi Cazorla intenta superar la entrada del eslovaco Gyomber. LUISMA MURIAS / MARÍA GÓMEZ

Que España gane a Eslovaquia es lógica pura. Que lo haga con la exhibición del primer tiempo de ayer ya no es tan habitual en los últimos tiempos. Del Bosque nunca se ha apartado de la línea que llevó al fútbol español a lo más alto, pero desde el Mundial de Brasil a La Roja se le veía muy desteñida. Entre lesiones, bajones de forma y algunas dudas sobre el juego de ataque, cualquier partido se convertía en una tortura. Pero ayer, en Oviedo, la selección español volvió a ganar convenciendo. Demostró que se pueden conseguir resultados sin despreciar el espectáculo. Y que todo es más fácil cuando el balón pasa por las botas de gente como Silva, Iniesta y Busquets. Para que España recordara al equipo invencible de los comienzos de la década, hasta Casillas dejó dos paradones que demuestran que ni la vida ni el fútbol se acaban en el Real Madrid. Así, con esa autoridad, las fases de clasificación volverán a ser un trámite y la selección española un claro aspirante a revalidar el título.

Siete años después, la selección española demostró que puede abrir un ciclo semejante -impensable igualar el cuatrienio 2008-2012- al que se empezó a gestar con la victoria en Oviedo frente a Letonia de 2007 (tambien por 2-0) que despejó el camino hacia la Eurocopa de Luis Aragonés. Ya no está el Sabio de Hortaleza, pero queda su idea, tan discutida entonces. Ahora ya nadie imagina que España pueda jugar de otra forma. Con diez futbolistas que miman el balón y, al menos ayer, también lo utilizan para hacer daño al contrario. Bastó la primera jugada de Pedro, eléctrico y profundo, para saber que volvía la España intensa y agresiva, dando carpetazo a la que se conforma con presumir de unos apabullantes porcentajes de posesión para nada.

Del Bosque apostó por un centro del campo con inconfudible aroma de La Masía y el fútbol, por momentos, recordó al del mejor Barça. Como, además, Silva ha bebido en en las mismas fuentes, el primer tiempo fue un espectáculo con momentos para el recuerdo. Con Busquets en su versión más artística, sin olvidar el sentido táctico que lleva incorporado de serie, Silva e Iniesta regalaron acciones mágicas, a veces rizando el rizo, desafiando a la falta de espacios por el amontonamiento de eslovacos cerca de su portería.

Se vio tan integrado a Silva que a las primeras de cambio decidió disfrazarse de Messi para conectar con Jordi Alba como tantas veces lo hace el argentino con su compañero en el Barcelona. Alba sorprendió a la espalda de los centrales e hizo los honores al milimétrico pase del canario con un cabezazo de manual. Esta maravilla ocurrió solo un minuto después de que Eslovaquia se encontrara, casi sin querer, con su primera oportunidad. Un exceso de confianza de Sergio Ramos permitió a Mak plantarse ante Casillas con ventaja, pero cruzó demasiado su remate, quizá intimidado por el guardameta.

El seleccionador eslovaco, Jan Kozak, había montado un andamiaje pensando en aguantar la avalancha y ni siquiera un gol tempranero le hizo cambiar de planes. Tampoco La Roja le dio la más mínima opción porque era un día propicio para disfrutar. España lo hacía todo bien, desde la salida del balón, al movimiento rápido, tanto por las bandas como por el centro. Sólo faltaba más presencia en el área, lastrada la selección por ese cuerpo extraño que, de momento, sigue siendo Diego Costa. El hispanobrasileño juega a otra cosa, algo que fue aún más evidente ayer, cuando su torpeza con el balón contrastó con el virtuosismo de auténticos "Globetrotters" del fútbol.

La única contribución de Diego Costa a la causa fue su carrera para encarar a Kozazik y, aparentemente, buscar un mínimo contacto para provocar el penalti. Lo transformó Iniesta, que dos minutos después calcó la jugada de Jordi Alba en conexión con Cesc, pero ya se sabe que el manchego tiene la cabeza para pensar. Casillas despidió el primer tiempo y saludó el segundo con paradones a Hamsik y Duric que evitaron dudas sobre el desenlace del partido. A partir de ahí España no hizo más concesiones y volvió a dominar por completo el partido. El balón volvió a rondar continuamente el área eslovaca y el marcador no engordó por el empeño, sobre todo de Silva, de marcar el gol del siglo. Hubo tiempo para la habitual media hora de Cazorla, que encaja como un guante en esta selección. Los cambios también propiciaron el juicio popular, que elevó a los altares a Andrés Iniesta y le recordó a Diego Costa que para ser el "9" de este equipo hace falta algo más que garra y mala leche.

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