Los presidentes de las federaciones territoriales de tenis parecen decididos a cerrar la "era Escañuela" de una vez por todas. El Consejo Superior de Deportes, que en los últimos tiempos se mete en todos los charcos, llámense ACB o Asobal, sin criterio definido, quiso pasar página con una decisión que suena más a componenda política que a otra cosa. En julio, cuando el "caso Gala León" ya olía a podrido, Miguel Cardenal decidió decapitar a la cúpula federativa, pero con matices. El CSD mandó a casa al presidente, José Luis Escañuela, y a su vicepresidenta, Olvido Aguilera. Al otro vicepresidente, el asturiano Fernando Fernández-Ladreda, le premiarle con una patada hacia arriba pese a que tenía entre sus competencias la parcela económica, que el propio CSD había puesto bajo sospecha. Como describían los presidentes de territoriales en su carta a Cardenal, Fernández-Ladreda "ha formado parte de su equipo más cercano" (del de Escañuela) "y ha mostrado las mismas formas y maneras de hacer que nos han llevado a la situación actual y a la dimisión de su junta directiva". Cardenal y Fernández-Ladreda militan en el mismo partido político, pero seguro que eso no tiene nada que ver. Será cuestión de que, como en todas las facetas de la vida, unos nacen con estrella y otros estrellados.