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Culé moyáu | Al palo

Pesimismo en los buenos tiempos

Como soy de la opinión de que hay que dejar el pesimismo para tiempos mejores, y el Barça está viviendo unos tiempos difícilmente mejorables, hoy me voy a permitir ser pesimista porque, como Messi el pasado sábado en el Calderón, en esta sección hago lo que quiero, cuando quiero y como quiero. Hala. Así que, venga, seamos pesimistas.

El Barça no va a ganar todos los títulos esta temporada porque, bueno, no sé? Porque es muy difícil ganarlo todo dos temporadas seguidas. Y ya está. Ese es todo el pesimismo que me sale. ¿Se lesiona Bravo? No pasa nada, aunque Ter Stegen necesitaría que alguien le recordara de vez en cuando que un portero no es un defensa central con licencia para coger el balón con las manos. ¿Se lesiona Alves? De la chistera de Luis Enrique sale un tal Sergi Roberto al que ni siquiera la titularidad es capaz de hacer que cambie de peinado. ¿Se va Pedrito al Chelsea del tóxico Mourinho? Rafinha o alguno de los chavales de la cantera puede llenar su hueco en el campo, aunque no tanto en el corazón de los culés. ¿Messi calienta banquillo? Qué más da. Así, cuando salga sembrará el pánico en el equipo rival y en las calculadoras de los que insisten en comparar al 10 del Barça con el top-model madridista. ¿El mundo del fútbol se vuelve loco y convierte a Piqué en una especie de diablo capaz él solito de desmembrar España y acabar con el mito de La Roja? Piqué toma la palabra y dice lo que todos los culés pensamos y no tenemos ningún problema en decir: queremos que el Real Madrid pierda siempre. Siempre. Siempre,

El filósofo Peter Singer dice que los comportamientos éticamente indefendibles no siempre son irracionales, y en fútbol los comportamientos éticamente defendibles como alegrarse de la derrota de un equipo juegue contra quien juegue no siempre son racionales porque, la verdad, ni a Piqué ni a los culés nos ha hecho nada malo el equipo de Florentino Pérez. El antimadridismo (me refiero exclusivamente al antimadridismo de resultados, por supuesto) es tan irracional como el antibarcelonismo. Ahí está la gracia. Pero hoy quiero ser pesimista, así que diré que los que se han inventado el caso Piqué han conseguido que el irracional y muy futbolero antibarcelonismo se convierta en un racional y nada futbolero anticatalanismo. Enhorabuena. Ojalá podamos ser optimistas cuando lleguen tiempos peores.

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