No sé hasta donde llegaron los reproches a Arturo Elías Ayub a cuenta de los precios del partido de Copa frente al Valladolid. Desde que las redes sociales se convirtieron en una ventana a la que se puede asomar cualquiera, aunque le cueste juntar dos palabras con cierta coherencia, nadie está libre de llevarse un revolcón dialéctico y público. Lo que sí me parece es que no se puede gobernar un club de fútbol con la guillotina permanentemente preparada: como no seáis buenos conmigo, ahí os quedáis. La afición del Oviedo estará eternamente agradecida al Grupo Carso por dar el empujón definitivo a aquel movimiento de salvación que iniciaron, que nadie lo olvide, los propios oviedistas. Pero de ahí a ponerles una mordaza por los siglos de los siglos hay un buen trecho. Nada debilita más que el elogio gratuito y repetido. Arturo Elías y su enviado especial, Joaquín del Olmo, ya tienen bastante gente alrededor que le regala los oídos. Para crecer necesitan mentes abiertas y espíritus críticos.
una semana de pasada