Una evidencia tras el partido chungo del Madrid el sábado: cuando falta algún jugador (malquerido por un sector del análisis con filosofía) el equipo lo nota más de la cuenta. Quiere decir ello que hay un mal manejo del banquillo o que algunos, aclamados como imprescindibles, están sobrevalorados. Vamos, que van bien para otras cosas. Al que se echó en falta fue a Bale, del que ya se celebraba que se viera obligado a estar unos cuantos partidos fuera de combate. No está el inglés "malquerido" y el equipo baja quilates (y kilómetros). No digamos el día que no recibe Ronaldo: ¡adiós! El sábado coincidieron las dos circunstancias, con lo que el fútbol madridista fue una ruina. Y allí estaban los elegidos para resolver, pero ellos solos no pudieron.
El Madrid tiene esa cosa tonta de los grandes que, cuando llega alguien nuevo, le da por sacar los pies del tiesto y del jardín entero: son minutos de gloria que nadie quiere desaprovechar. Estaremos ahora unos días (largos días) dándole vueltas al juego del equipo y, seguramente, tendrá la culpa el galés malquerido. Esta vez por lesionarse y no jugar.
Además durante toda la semana a Benítez le sobrevino un ataque de entrenador. Se le disculpa porque éste es un ataque habitual en el Bernabéu (Carleto al margen). Así pues a Rafa le dio por sacar la lista de los grandes jugadores que entrenó y se metió en un lío que acabó en rectificaciones varias y con la sentencia de que el Gasol del Madrid era Cristiano. Tanto tensar para nada.
En fin, son agitaciones habituales en el club. Cierto es que no es lo mismo anular un gol al contrario que al Madrid; cierto es que el equipo guay hace lo que quiere y no pasa nada porque son guays; cierto es que? El Madrid está escrutado de arriba abajo, de un lado al otro y en circunferencia. Ahora bien, que el Madrid monte el lío desde dentro ya no es de recibo ni bien recibido. Así pues, cada uno en su sitio, incluidos los entrenadores. Ya habrá tiempo para sacar listas de éxitos.
