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Río de Oro

España supera con autoridad a Lituania con un Gasol de nuevo inmenso y acudirá a los Juegos como tricampeona de Europa

Río de Oro

Hay historias que pueden tener un mal comienzo y un maravilloso final, como la de España en este Eurobasket. Dentro de unos días pocos recordarán aquella derrota inicial ante Serbia o el atragantón posterior frente a Italia, pero en años muchos guardarán el recuerdo de la victoria en la final ante Lituania (80-63). De las derrotas supo aprender España para ir creciendo a lo largo del campeonato -Polonia, Grecia, Francia...- hasta alcanzar la gloria ayer en el que probablemente haya sido el partido más cómodo de los de Sergio Scariolo en el torneo; el primero que jugaron con la tranquilidad de tener en el bolsillo, con la final, el objetivo de la clasificación directa para los Juegos Olímpicos del próximo año. Por eso se movieron con la claridad de ideas y la soltura que tantas veces se había echado en falta en el campeonato. Y, claro está, con Pau Gasol una vez más como guía: 25 puntos, 12 rebotes, 4 asistencias, 3 tapones y 10 faltas recibidas ayer. El mejor jugador, de largo, del campeonato. El más determinante también. A sus órdenes España pondrá rumbo a los Juegos de Río tras ganar su tercer oro de los cuatro últimos torneos continentales; un oro con el que, además, cerrar la herida de la final perdida ante Lituania hace una docena de años.

Aún no había anotado Pau cuando España ya mandaba 11-4 tras una salida explosiva. Cuando el pívot se puso a la faena y encadenaba cuatro canastas consecutivas la diferencia crecía hasta el 19-6 (minuto 8:30), renta que Kuzminskas maquillaba hasta el 19-8 con el que se cerró el cuarto inicial.

España había recuperado su identidad -el esfuerzo colectivo en defensa, la fluidez en el ataque-, al tiempo que anulaba la de una Lituania ofuscada. La renta en el segundo parcial crecía así hasta el 34-18 (minuto 15:50), momento en el que Kazlauskas, el técnico lituano, llamó a rebato a los suyos. Un parcial de 7-15 dejaba claro que nadie regala una final y que algo tendrían los lituanos cuando en semifinales habían superado a la Serbia subcampeona mundial que, a su vez, nos había asustado al inicio del campeonato.

Con 41-33 España afrontaba la prueba definitiva: la de los terceros cuartos. En todo el torneo había sufrido al regresar del vestuario una especie de maldición, pero un robo de Llull y el mate de Ribas a la carrera desbrozaban el camino. Otro triple del nuevo jugador del Barça establecía una ventaja de 17 puntos (52-35 (min. 25) que los de Scariolo administraban a la perfección para terminar ganando el parcial 19-10 tras un triple de Claver y plantarse ante el último asalto con un claro 60-43 a favor.

Las finales, ya se sabe, no están para jugarse sino para ganarlas. Y España la tenía ya medio ganada. Por eso en el último cuarto miró de salida más al reloj que al aro. Tres mintos tardó en anotar. Machacó Claver tras una monumental asistencia de un Gasol que le felicitó como se felicita a un hijo. Pero las prisas tampoco eran buenas consejeras para Lituania: 62-47, minuto 33.

Aquello parecía listo y se trataba, simplemente, de poner la guinda al partido, al campeonato. Y la puso, cómo no, Pau Gasol con un triple desde la frontal: 75-59, minuto 38:30.

El resto ya fue farándula, incluido otro triple a tablero de Llull, antes de los saludos finales; antes de que Pau y Felipe, los supervivientes de aquellos juniors de oro que abrieron las puertas a la mejor selección europea del siglo XXI, se fundieran en un abrazo para celebrar su tercer oro en los cuatro últimos campeonatos continentales y de que el propio Pau fuera elegido el mejor jugador del torneo quizás en una de las elecciones más sencillas de toda la historia de la competición.

A ese grupo magnífico e irrepetible que nació en 1999 les queda aún reunirse en los Juegos de Río antes de apuntarse a la jubilación. Y como soñar no cuesta, soñemos con un Río de oro.

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