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Victoria y obra de arte en San José

El partido de San José fue muy parecido a los dos anteriores disputados en Llanes contra equipos que seguramente lucharán por permanecer en Tercera; malo, aburrido y a ratos insoportable son los adjetivos más suaves que merece. Por ello, y como el encuentro tuvo un hecho destacado que con el tiempo se convertirá en memorable, pasaremos a narrarlo antes de tratar otros asuntos.

Se llevaban siete minutos cuando aconteció la maravilla; Aitor -¿quién si no?- recogió el balón en campo moscón, a un metro escaso de la divisoria, y en menos que canta un gallo armo su pierna izquierda y mandó el balón por encima del portero a las mallas blanquiazules. Goles parecidos se ven de vez en cuando, como los de Florenzi y San José al Barcelona. Pero en ambos casos se trata de un guardameta que suele jugar muy adelantado y los rivales ya están avisados. En Llanes nadie, excepto Aitor -¿quién si no?- podía imaginarse que ese chut era posible en ese momento justo. Y eso que el portero reculó y a punto estuvo de llegar a un balón que entró rozando el travesaño.

Como era de esperar después de tamaña obra de arte el partido casi careció de importancia. De hecho, no hubo más que reseñar hasta el gol del empate que llegó al borde del descanso al cabecear Andrés una falta botada por Johny. En la segunda parte, el Llanes intentó dominar pero sin ocasiones hasta que Aitor -¿quién si no?- botó un córner, Diego prolongó con la cabeza y Bruno, otro de los destacados, remató a gol. Y no hubo más ni falta que hacía, pues a la salida del campo los espectadores seguían rememorando lo ocurrido en ese minuto 7 mágico.

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