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Fondo Norte

Sábado de puñetazos encima de la mesa

La bronca pública de Abelardo a Carlos Castro demuestra que el entrenador ha llegado al límite

Hay sábados y sábados. El de ayer fue un sábado de puñetazos encima de la mesa. Y vaya puñetazos. El primero en llegar fue el del gran timonel, que dejó con la boca abierta a los asistentes a la rueda de prensa en Mareo. El gran timonel le largó unos mandobles a Carlos Castro que tardarán en ser olvidados. El joven delantero, ausente en San Mamés por lesión, ha recibido la más dura bronca pública que Abelardo ha echado a ningún futbolista del Sporting. Ni el ya fuera del club Mandi ni el calamitoso Dani Ndi, aún en el club, recibieron rapapolvos semejantes al de ayer a Carlos Castro. Lo más duro fue sin duda cuando el entrenador rojiblanco afirmó que el jugador tiene veinte años, pero parece tener quince. La frase, damas y caballeros, señoras y señores diputados, esconde muchas cosas y muestra el hartazgo que tiene el entrenador con uno de sus jugadores, al que sacó del filial para llevarlo al primer equipo en Segunda División y ahora en Primera. Muy harto ha de estar el responsable técnico para arremeter así contra uno de los suyos. El chaval lo mejor que puede hacer es tomar nota y reaccionar en el buen sentido.

El episodio provoca la necesidad de sintonizar con el canal historia y recordar a aquel jugador rojiblanco que en los tiempos de Vicente Miera jugó catorce partidos con el primer equipo y en once salió en camilla, según relato del propio entrenador. Salir en camilla era entonces, y ahora, símbolo de lesión grave. Lo peculiar era que el jugador se entrenaba con el resto de compañeros el martes. El entonces entrenador relataba los hechos con su habitual ironía. Ahora la situación, por lo que cuenta Abelardo, es la contraria: el jugador juega un domingo y desaparece de los entrenamientos varios días.

El puñetazo llega en las vísperas de la primera visita al nuevo San Mamés, uno de esos campos en los que se ganan, puntos aparte, prestigios. O se pierden, claro. Próxima parada, pues, Bilbao, mañana, correspondencia con líneas catorce, veinte y veinticinco. Otro partido del Sporting de obligada visión.

El otro puñetazo encima de la mesa lo dio el Real Madrid en el ilusionado Balaídos. Un puñetazo, dicen algunos, de líder. En veinte minutos se había puesto con dos goles de ventaja, los dos fabricados en las bandas, los mejores caminos. Luego aguantó el admirable empuje de un Celta con diez hasta que Marcelo en el último suspiro alargó la diferencia hasta el uno a tres. Este Madrid no es el real en el sentido de que le faltan jugadores muy importantes. Los reservas están dando la cara y justificando su presencia en la plantilla, que es lo menos que se le puede pedir a un reserva. Puñetazo encima de la mesa, con matices, porque el entrenador blanco dijo al final del partido que lo que más le gustó de la tarde viguesa fue el resultado, lo que puede significar que vio más defectos de la cuenta en el juego del equipo. Ahora mismo el Real Madrid es la gran incógnita de la Liga.

Y en éstas estamos cuando conviene mantener las buenas costumbres; por eso, si pregunto, ¿molesto?: ¿cuántas deudas del Sporting van a aparecer de aquí a diciembre, fecha en la que el club ha de hacer un importante pago a la Agencia Tributaria, crucial para el futuro?

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