La selección española ha ganado tanto, y tan seguido, en los últimos años que a los campeones del mundo y de Europa parecía que sólo les motivaba la competición. Hubo un tiempo, sobre todo tras el título en Sudáfrica en 2010, que los amistosos se convertían en un estorbo para la Roja. Del Bosque no encontraba la manera de motivar a unos futbolistas que bajaban el pistón cuando no había nada en juego, con consecuencias desastrosas cuando enfrente estaba un rival fuerte. Las goleadas en Argentina (4-1) y Portugal (4-0) encendieron las alarmas, pero España apenas se ha corregido en los últimos años.

En 2010, con el triunfo en el Mundial, la selección española se convirtió en el equipo a batir. Entre la motivación de los rivales y cierta relajación propia, cada amistoso de la Roja se convirtió en lo más parecido a un engorro. Era, además, el momento para que la Federación Española hiciese caja con un equipo que había elevado espectacularmente su "caché". Los tres primeros partidos tras el oro de Sudáfrica fueron decepcionantes: empate a uno, a duras penas, en México, y goleadas en las visitas a Argentina (4-1) y Portugal (4-0).

La mala racha se prolongó en 2011 ante otras dos ilustres, Italia (2-1) e Inglaterra (1-0), mientras que la selección española resolvía discretamente otros compromisos con rivales más asequibles, como Estados Unidos, Venezuela o Colombia. Con la proximidad de otro torneo oficial, la Eurocopa, los jugadores de Del Bosque volvieron a ponerse las pilas y saldaron todos los amistosos de 2012 con victorias, aunque siempre ante rivales asequibles. Los dos siguientes años mostraron una selección muy irregular, algo justificado en parte por la renovación del bloque que había dominado el fútbol mundial entre 2008 y 2012.

El varapalo del Mundial de Brasil llevó a España a iniciar una transición, en parte por convencimiento propio y también por la renuncia de algunos de los jugadores clave del período triunfal. A Del Bosque le tocó buscar alternativas a indiscutibles como Xavi, Xabi Alonso y Villa, lo que apenas tuvo consecuencias en la fase de clasificación de la Eurocopa, pero sí en los amistosos más comprometidos. Hace un año, la selección enlazó dos derrotas consecutivas frente a Francia (1-0) y Alemania (0-1), con una pobre impresión que se prolongó en el primer compromiso de 2015, cuando saldó la visita a Holanda con un 2-0.

Como pudo comprobar la afición asturiana en el partido que confirmó la clasificación para la fase final de la Eurocopa, con el 2-0 a Eslovaquia en el Tartiere, Del Bosque está a punto de completar la transición hacia un equipo competitivo. La base (Casillas, Sergio Ramos, Piqué, Jordi Alba, Busquets, Iniesta, Cesc, Pedro y Silva) se ha reforzado con jugadores ya contrastados (Juanfran, Koke, Cazorla, Mata) y novatos que han dado un paso adelante, como De Gea, Carvajal, Mario, Morata, Nolito y Alcácer. La buena imagen en el partido ante Inglaterra, con victoria incluida, quizá sea la señal de que la selección española ha entendido que los amistosos también son algo serio. Mañana, Bélgica.