Florentino Pérez aprovechó su homilía semanal, o casi, para meterle un pullazo al primer ministro francés, Manuel Valls, sin citarle, a cuenta de sus críticas a Karim Benzema. "Un jugador de Francia debe ser ejemplar", vino a decir Valls en referencia al supuesto chantaje al internacional francés Valbuena, en el que está implicado el delantero madridista. No es que Valls vaya muy descaminado sobre las virtudes de una persona que defienda los colores de la selección francesa. El problema es que él no predica precisamente con el ejemplo. Porque a Valls, seguidor confeso del Barcelona, le pillaron en un renuncio cuando utilizó un avión del Estado para acudir con su familia a la final de la última Liga de Campeones, el Barça-Juve en Berlín. Y es que, don Manuel, la ejemplaridad empieza por uno mismo.