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Judo

El lujoso fruto de la semilla de Taira

Jesús Verano y José Antonio Gandoy, discípulos del gran maestro japonés, son reconocidos hoy como los primeros asturianos en alcanzar el octavo dan

El lujoso fruto de la semilla de Taira

Dos asturianos recibirán hoy en Madrid el octavo dan de judo, el máximo reconocimiento a efectos prácticos que se concede en España. Jesús Verano y José Antonio Gandoy han llegado a la cumbre por caminos distintos, aunque al final se trata de premiar una vida dedicada al deporte. Los dos tienen en común haber sido discípulos aventajados de Shu Taira, el maestro japonés afincado en Asturias que convirtió al Principado en una referencia del judo español. Gandoy y Verano son sus frutos más lujosos.

A Jesús Verano le nacieron en Bilbao un 9 de abril de 1960, pero se considera asturiano "por los cuatro costados". Porque su padre, miembro de la Policía Armada, estaba destinado en el País Vasco, pero con 8 años toda la familia se trasladó a Gijón. Había tenido sus primeros escarceos con el judo en Bilbao y los continuó en el gimnasio Shakura Kan, detrás de los jesuitas, con Santos Roda. Ya más en serio, con 14 años, pasó al Takeda II con Shu Taira, "al que considero mi primer maestro".

Hoy, 47 años después, Verano cuenta con un amplio palmarés, con hitos como el de ser el único árbitro mundial que hay en Asturias, además de ser miembro de la comisión mundial de arbitraje. Dio clases durante 18 años en los Jesuitas de Gijón y en su palmarés figuras tres medallas en los mundiales de katas, además del campeonato de Europa y varios de España.

Su etapa como presidente de la Federación Asturiana también aparece en la trayectoria que le permitió convertirse en 2014 en el primer asturiano en alcanzar el octavo dan. La concesión coincidió con su traslado a Paraguay, donde ejerce de director técnico de su federación como parte del proyecto de la Internacional de desarrollo y expansión del judo.

A diferencia de Jesús Verano, José Antonio Gandoy (Figaredo, 1950) empezó en el judo tarde, con 19 años, y por prescripción médica. Recuperó el tiempo perdido gracias a las enseñanzas de los que considera sus maestros, Shu Taira y Juan Cecchini, el primer asturiano que alcanzó el cinturón negro. "He tenido la suerte de aprender con los dos mejores", destaca Gandoy, que hasta hace poco compatibilizó el judo con su trabajo en Cajastur. En 1979 adquirió el Gimnasio Cecchini, que desde entonces se llama Judo Gandoy. "Siempre me gustó entrenar a equipos de competición, asistir a cursos y aprender de los mejores", recalca Gandoy, que introdujo el judo como profesor en varias localidades y gimnasios repartidos por Asturias. En 1972 obtuvo el primer título de oficial de arbitraje, para continuar con los de árbitro regional y nacional. Y destaca una experiencia que no aparece en ningún currículo: "En el Mundial de 1981 y los Juegos de Barcelona tuve la suerte de asistir a los entrenamientos a puerta cerrada de la selección japonesa. Sólo éramos tres".

Una alumna de Gandoy, la gijonesa Rosa Isabel Regüela, fue la primera asturiana preseleccionada para un mundial senior. Y entre sus discípulos hay campeones y subcampeones de España en las cinco especialidades de kata que existen, además de varias medallas en europeos. Pese a estos éxitos y a los miles de cinturones negros salidos de sus gimnasios, Gandoy aclara que "desde el punto de vista educativo no creo demasiado en el sistema de quien sólo se preocupa de los mejores".

Pese a que podría haber optado al octavo dan por sus indudables méritos, Gandoy se convirtió el pasado 20 de junio en el primer asturiano en alcanzarlo mediante un examen realizado en la sede de la Federación Española. "Me llena haber superado una prueba tan exigente", dice. Hoy recibirá el diploma acreditativo en la sede del Comité Olímpico Español.

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