El Madrid goleó y palmó. A fuerzas igualadas la cosa iba ayer en el Bernabéu 1-2, y aún se mermó al Rayo de diez a nueve jugadores para entrar en serie goleadora merengue. Esta goleada es muy nociva porque lo mismo no se mueve nada en la casa blanca y se sigue haciendo el panoli por el mundo. El equipo entró en barrena sin Carlo, tan añorado estos días. Florentino está entrando en depresión (o debería) y los jugadores están como de vacaciones en Benidorm, cantando los "Pajaritos" con María Jesús y su acordeón.
Todo suena a antiguo en la casa blanca. El fútbol es como el de los clubes alemanes de los setenta, sin ganar lo que ganaban en Alemania en esa década y lustros posteriores. Es decir, la cosa va infinitas décadas detrás en juego y, encima, sin comerse un colín. Las culpas son en serie y todo el mundo las conoce. Así pues, no vamos a entrar en juicios que no necesitan sentencia.
Lo peor de este tipo de goleadas es que son como las borracheras, que no ahogan las penas porque las penas en seguida flotan. Así pues, el partido de ayer ante el Rayo Vallecano ha sido un mal analgésico.
Esto está feo y necesita un traje nuevo bien planchado porque tiene pinta de que la Roma pueda meter un "puro" a los blancos en la Liga de Campeones. Bueno, bueno, bueno? ¡cómo mola esto del fútbol!, que te deja cabrearte con los tuyos y cambiar de registro en cuanto se enderecen un mínimo los resultados. Claro que tienen que ser resultados a favor, jugando contra los de tu talla y, a ser posible, con solvencia.
Aquello de "no meneallo" viene como anillo al dedo. Y el Madrid tiene la costumbre de "meneallo" cuando no debe. Lo dijo Capello: el Madrid siempre anda cambiando las cosas. Y si lo dijo Fabio, para los de "Al Palo" va a misa. No obstante, toda esta maldita crisis en otro frente sería resuelta echando la culpa a uno que pasaba por allí.
