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Un derbi a palos

La dureza del Espanyol y dos remates a la madera frenan a un Barça que echó de menos la inspiración de su tridente

Como cada vez que aparece por casa su distinguido vecino, el Espanyol recibió al Barça con los tacos afilados y, después de noventa y pico minutos de aguante, se salió con la suya. Porque, por mucho que Galca llenó su alineación de jugones, tras un inicio entusiasta su equipo se dedicó a desactivar al rival. Lo consiguió con mucho roce -hasta 22 faltas señaló el árbitro- y la pizca de suerte necesaria para que dos remates de Messi y Luis Suárez acabaran en la madera. Después de contribuir decisivamente a los 180 goles de 2015, el tridente azulgrana se secó, incapaz de desentrañar la telaraña blanquiazul. Un nuevo aviso para el Barça, que ha cedido tres empates en los cuatro últimos partidos de Liga. El escudo FIFA no sirve sin la inspiración de sus estrellas.

Salvo en el primer cuarto de hora del segundo tiempo, en el que empotró en su área al Espanyol, al Barça le costó pillarle el tranquillo al partido. Entre la rudeza del rival, cierta complacencia del árbitro y un terreno de juego irregular, a Messi y compañía les costó encarar la portería de Pau. El Espanyol apenas necesitó de su portero para aguantar el resultado. Las oportunidades más claras llegaron en una falta que Messi estrelló en la escuadra y en otro a bocajarro de Suárez al poste, tras una estupenda maniobra en el área en la que dejó atrás incluso a Pau. El resto, salvo una estirada para atrapar una vistosa chilena de Neymar, lo solucionaron sus defensas, que aparecieron varias veces cuando el gol parecía inevitable.

El Espanyol lo intentó con la velocidad de Hernán Pérez, la calidad de Marco Asensio y el físico portentoso de Caicedo. Avisó en algunas contras, pero sus opciones pasaron por los barullos provocados por algún saque de esquina que hizo dudar a Bravo. Pese al tremendo esfuerzo por frenar la maquinaria azulgrana, los jugadores de Galca llegaron al final lo bastante enteros para ganarse el punto e ilusionar a su entusiasta afición. Incluso consiguieron que sus rivales entrasen al trapo, hasta convertir los últimos minutos en un barullo continuo. Una lección para el Barça, que tendrá que cambiar el guión si no quiere complicarse la vida en la inmediata eliminatoria de Copa del Rey.

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