El rostro compungido de Florentino Pérez en la presentación de Zidane era el síntoma de lo que supone para el presidente el entrenador francés: su último cartucho. Por una vez no hubo discursos grandilocuentes, ni siquiera se atrevió a decir que Zidane había nacido para entrenar al Madrid. Pérez sabe que con la destitución de Benítez ya no tiene colchón. Si el equipo no remonta el vuelo, el próximo en salir por los aires puede ser él. Hay un precedente. La única vez que destituyó a un entrenador en plena temporada, Vanderlei Luxemburgo, acabó renunciando al cargo al final de esa temporada, 2005-06, pese a contar con una plantilla llena de galácticos. Florentino se marchó autoculpándose de haber consentido demasiado a sus jugadores. A la vista de la reacción de la plantilla desde la llegada de Zidane, estamos en las mismas.
Una semana de pasada