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Veiga lo empeora todo

Las apariciones del presidente del Sporting sólo sirven para enrarecer un ambiente ya cargado

Al Sporting le iba mucho mejor cuando no se sabía que tenía presidente. Si al club gijonés le fue de cine la pasada temporada fue, entre otras cosas, porque Abelardo se convirtió en la única voz autorizada. Además de hacer virguerías con una plantilla limitada, el entrenador contestaba sobre los impagos, sobre la imposibilidad de fichar, sobre la posible venta del club... Sobre todo. Antonio Veiga estuvo desaparecido hasta que, una vez consumado el milagro de Montilivi, casi pedía a la Liga de Fútbol Profesional que no les levantase la sanción para no volver a caer en los errores del pasado. Pocos días después de cabrear a media Asturias con sus mala ventura para el Oviedo, Veiga puso en el punto de mira de la afición a dos de los jugadores clave para que el Sporting esté donde está, pendientes de renovación. Con su respuesta, Luis Hernández demostró mucha más categoría que el teórico máximo responsable del club, aunque todos sabemos que no es así. El Sporting tiene demasiados problemas como para que el encargado de resolverlos los agrave aún más.

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