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Fútbol es fútbol

Florentino Goldwyn Warner

Así describe Ethan Mordden en "Los estudios de Hollywood", un fascinante repaso a los grandes estudios cinematográficos de Hollywood entre 1929 y 1948, al productor Samuel Goldwyn: "No tenía ni visión ni buen gusto; tenía dinero. Lo que distinguía a Goldwyn de la mayoría de los productores era su obstinación. Goldwyn estaba dispuesto a despilfarrar medio millón de dólares en una película si las pruebas no le complacían, pero era incapaz de decir exactamente qué era lo que no le gustaba". Con ustedes, Florentino Pérez, presidente del Real Madrid.

Florentino cree que sí porque sus empleados se lo dicen muchas veces, pero el presidente del Madrid no tiene buen gusto futbolístico. Lo que sí tiene es dinero. Mucho dinero. ¿James hace un buen Mundial? Lo fichamos. ¿Cuánto cuesta Bale? No importa, lo fichamos. ¿Sergio Ramos pide una fortuna y media para renovar por el club? No hay problema. Núñez, aquél presidente del Barça tan divertido, le dijo una vez a Johan Cruyff que fichar con dinero lo podía hacer hasta su portera. Supongo que la portera de Núñez sabía de fútbol menos que Florentino (o no), pero lo cierto es que con dinero es fácil fichar a Bale o la penúltima estrella del balón, tan fácil como echar a un entrenador como Ancelotti para traer a Benítez y luego pagar una pasta a Benítez para que se largue y pueda llegar un tal Zinedine Zidane. Eso lo sabe hacer la portera de Núñez, el peluquero de Enrique Cerezo, el estilista de Neymar, el dueño del Valencia y el presidente del Real Madrid. Lo que distingue a Florentino de otros ricachones con ganas de dejar su huella en el mundo real es la obstinación, algo que comparte con Abramóvich, el ricachón que maneja el Chelsea. Otros ricachones se cansan pronto del mundo del fútbol, pero Florentino y Abramóvich son obstinados. Obstinados y con dinero. Y, como Goldwyn, Florentino puede despilfarrar millones de euros en fichajes si el equipo no llega a la dichosa "excelencia", pero es incapaz de decir exactamente qué es lo que no le gusta de ese equipo. Si la descripción del tremendo Samuel Goldwyn que hace Mordden no le acaba de recordar a Florentino Pérez, espere a saber lo que (supuestamente) dijo Goldwyn acerca de la película "Cumbres borrascosas".

Yo hice "Cumbres borrascosas", dijo Goldwyn; William Wyler sólo la dirigió. Ahí queda eso. El productor es la estrella. Al final de los créditos de una película no está el nombre del director, sino el nombre del productor. El nombre y el apellido de Samuel Goldwyn. El Real Madrid no es un equipo de director, sino de productor. Los títulos de crédito del Real Madrid no terminan con el nombre del entrenador, sino con el nombre de Florentino Pérez. Para Florentino, un entrenador sólo es alguien a quien echar la culpa si las cosas no van bien. La "Décima" es la Copa de Europa de Florentino, no de Ancelotti. Pero la derrota por 0-4 del Real Madrid ante el Barça de Luis Enrique en el Bernabéu no fue la derrota de Florentino, sino de Benítez. Y hay algo que define a Florentino más allá de ese poco gusto, ese mucho dinero y esa muchísima obstinación que comparte con Goldwyn. Ese algo acerca a Florentino a otro productor de la edad de oro de Hollywood.

Goldwyn basaba su política en ofrecer las más grandes películas interpretadas por los más grandes actores, y Florentino quiere ofrecer el triunfo en las más grandes competiciones contratando a los más grandes jugadores. Pero hay algo más. El productor Jack Warner, que fue presidente de los estudios Warner Brothers, solía decir: "No lo quiero bueno, lo quiero el martes". Como a Warner, a Florentino no le interesa tanto que el Real Madrid juegue bien y honre su historia deleitando a los aficionados con un fútbol digno de ver como que el equipo gane un título el martes. Florentino no quiere un buen equipo, quiere un equipo ganador. Y lo quiere el martes. Pero hasta la portera de Núñez, el peluquero de Cerezo y los aficionados al fútbol sabemos que eso es más difícil que conseguir que tipos como Núñez conciban una vida sin portera.

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