Una de las obras más populares de Haydn es la "Sinfonía de los adioses", en la que los instrumentistas van dejando el escenario por imperativo de la partitura. La inspiración llevó anoche a Abelardo a hacer algo semejante, al retirar a los solistas que, en su opinión, merecían un reconocimiento especial del público. La primera retirada, la de Sergio, pudo ser motivada por unas molestias, pero no por ello dejó de dar oportunidad a que la afición rojiblanca reconociera que había vuelto a El Molinón ejerciendo de lo que es, un auténtico líder. El segundo adiós, más clamoroso todavía, fue el de Dani Ndi. El hijo pródigo había dado un curso de recibir el balón en solitario, aguantarlo y darle salida, siempre con acierto. Y encima había marcado ese gol que tanto se le resiste. El máximo clamor de El Molinón fue, de todos modos, para el último adiós, el de Jony, demoledor en su juego, por atrevimiento, brillantez e inspiración.