Cristiano podría aprender de Aduriz, que tras fajarse durante 90 minutos contra el Barcelona, de dar y de recibir, llegó a la sala de prensa de San Mamés quitando hierro a su rifirrafe con Neymar. Su gesto nada más acabar el partido, charlando tranquilamente con el brasileño y abrazándole a la vista de toda su afición, ya demuestra una altura de miras poco habitual en los futbolistas de hoy en día. Además de un magnífico rematador, Aritz Aduriz es un ejemplo por su comportamiento en el césped y ante los micrófonos. Que cunda el ejemplo, incluso entre algunos de sus compañeros, que siguen empeñados en que hacer un regate, un caño o un sombrero es una falta de respeto.
