Así, a primera vista, Gianni Infantino es el mal menor para la nueva etapa de la FIFA. Resulta comprensible que para llegar a la cumbre de una multinacional como esta del fútbol haya que meter codos ante rivales poderosos y sin escrúpulos, pero a partir de ahora este simpático suizo debería marcar distancias con sus antecesores. Para empezar, mejor que no se tome al pie de la letra el elogio de Sepp Blatter tras conocer su victoria en las elecciones: "Tiene todas las cualidades para seguir mi trabajo". En vez de eso, mejor que Infantino inaugure una nueva época y abra las ventanas para ventilar una habitación que huele a podrido. En caso contrario, el sonriente calvo de los sorteos podría acabar como su vecino.
