Hace años, cuando mi padre y mi hermano aún vivían, en casa hablábamos todo el día de fútbol. ¡Nos gustaba mucho! Mi hermano Modesto había jugado en el Alcázar, Oviedo Aficionados, Comercial y Tuilla, entre otros clubes, y era un apasionado de este deporte. Hace cinco años los tres veíamos a mi hijo Javi empezar a dar patadas al balón en el Deva. Era un guaje delgadín, con cara de pillo y entonces sin dotes demasiado especiales para este deporte. Quién nos iba a decir que aquel niñín hoy en día es un atleta, un campeón que ha logrado estar entre los mejores, en lo más alto del fútbol asturiano. Con 17 años ha jugado esta temporada más de veinte partidos en la División de Honor juvenil. No muchos lo han conseguido. Es verdad que ha tenido la suerte de contar con grandísimos entrenadores, como Oliveros en el TSK Roces (no hay un formador como él). Con él aprendió a disfrutar del balón, con aquellas consignas de: "Juega y juega; y ¡atrévete!" Después vino Esteban Amieva. Con él estuvo el tiempo suficiente para darse cuenta de que saca lo mejor de ti, das el 100%. El año pasado se fue al Real Oviedo con Oliver, que le dio lecciones de alta escuela, de fútbol exquisito. Y por último, en el Llano 2000 con Tino del Corzo aprendió el rigor táctico, aprendió a competir. A todos ellos mi eterno agradecimiento por haberle enseñado tanto de fútbol y, sobre todo, por haberme ayudado a hacer de él un gran chaval, muy querido por todos sus compañeros. Por mi parte he disfrutado mucho con él, siempre le vi mejorar, coger bien los conceptos y estoy seguro de que aún le queda mucho por decir. De los padres comentan que somos lo peor que hay en este deporte. Es posible, pero yo he hecho amistad personal con muchos de ellos y no creo que el fútbol sea diferente a la vida en general, aunque sí es verdad que es un deporte muy pasional y alguno se embala en exceso. Claro que hay bobos, ¿y dónde no? En cuanto a directivos, representantes y demás, pues absolutamente igual, los hay de todos los colores, como en la vida. Pero para mí, personalmente, sólo por haber conocido a personas como Fredi, Luis Hevia, Joaquín del Olmo o Sardín ha merecido la pena.

Ahora mi hijo ve oscuridad en el fútbol, cosas que no le gustan. No es feliz y se quiere ir. No sé si será un hasta luego o un hasta siempre, me da igual, de esto no vivirá y además yo le apoyaré en todo. Que sepas, hijo, que tanto mi padre y mi hermano, donde quiera que estén, como yo, estamos orgullosos de ti.

Te quiero.