El Madrid se dió un buen festín de goles frente a un Celta digno en la primera parte y desastroso en la segunda. Goles contra las penas para un equipo, el blanco, que repite jugada a la mínima de cambio. Destroza sin piedad cuando hay poco en juego y falla sin disculpa cuando el partido es de enjundia, una película que no para de repetirse en el caso del Madrid por mucho mérito que tenga marcar goles.

Por si fuese poco ayer el partido quedó sentenciado en chispazos. El primer gol llegó en un saque de córner, a remate de cabeza de Pepe; el segundo, en un pepinazo de Cristiano Ronaldo con todo el tiempo y el espacio del mundo para prepararse el disparo a placer; y el tercero, en un lanzamiento de falta de portugués.

Para entonces, con 3-0 en el marcador el Celta estaba totalmente noqueado, hasta el punto de que su gol se quedó en un espejismo. Con un rival desaparecido el Madrid siguió machacando y por fin llegó un gol producto de una jugada colectiva. Ronaldo marcó su tercer tanto a puerta vacía tras superar el centro de Isco, que a su vez recibió el balón de Lucas Vázquez, al portero visitante. Después, otro chispazo, como el cuarto de Ronaldo, de testarazo en un saque de esquina, y hasta regalos, que aprovecharon oportunamente Jesé y Bale. El canario y el británico no dejaron pasar la ocasión de marcar ante una defensa que dió todas las facilidades del mundo; una vez más quedó claro porque el equipo vigués es uno de los más goleados de Primera, pese a ser el sexto clasificado.

Mientras el Celta estuvo metido en el partido la contienda fue de lo más igualada, con el equipo visitante dando incluso más sensación de conjunto que el local, algo que tampoco extraña a nadie. El Madrid se mantenía vivo a base de calidad individual porque por otro lado apenas era capaz de ligar una jugada colectiva.

Muchos jugadores quedaron retratados en la anodina primera parte desde el punto de vista blanco, como Mayoral, Kovacic, Lucas Vázquez y Danilo, todos muy voluntariosos pero con poco acierto.

Después los acontecimientos derivaron a una goleada de campeonato, que incluso permitió que la indiferencia en general en la grada, adornada con algunos silbidos, en particular para Ronaldo, se trocaron en aplausos porque ya se sabe que los resultados, y los goles, mandan.

El ambiente se volvió tan amable que hasta Bale fue recibido en su reaparición de forma mucho más entusiasta de lo que es habitual en el caso del galés. El británico empezó pegado a la banda izquierda pero posteriormente gozó de libertad de movimientos. Todo conformó un buen calentamiento para el partido del martes de Liga de Campeones, ante una Roma ya doblegada en el partido de ida, con lo que en principio se presenta otro partido amable para el Madrid, que ayer, eso sí, evitó un incendio en el Bernabeu con su habitual pegada.