La salida de Alfredo Rodríguez del Jofemesa Oviedo, el único representante asturiano en la máxima categoría del balonmano femenino, ha dejado tan mal cuerpo como en su día la de Alberto Suárez del Juanfersa Gijón, el equipo al que llevó a lo más alto desde un proyecto de cantera. Hay diferencias evidentes entre ambos casos, empezando porque Alfredo se va por iniciativa propia y a Alberto lo echaron, pero la impresión es que la relación directiva-entrenador de había deteriorado. El asunto de fondo deja dudas, además, sobre la necesaria continuidad en proyectos muy modestos, sin un significativo respaldo económico. Clubes como el Jofemesa y el Juanfersa, ejemplares por tantos motivos, tendrían que estar por encima de los vaivenes clasificatorios de sus primeros equipos. Sólo con una mirada a largo plazo se consolidará el balonmano de elite en Asturias. Lo contrario únicamente provocará frustraciones recurrentes y la fuga de profesionales tan válidos como Alfredo, que está a punto de llevar sus conocimientos hasta Angola. Seguro que la experiencia será enriquecedora para él en todos los sentidos, pero a Asturias no le viene nada bien esta fuga de cerebros si se trata de reflotar el balonmano.