Le escribe hoy el guionista número cuatro al guionista número cinco de "Al Palo". El hombre, el cinco, había sido el elegido para salir de "la casa", un ERE mediante, por sus malos cálculos o vaticinios, palabra esta última que suena como antigua pero que, de cuando en cuando, renace. El sábado lo hizo (renacer) CR7. En realidad no es tal cosa. No renació porque nunca se fue. Lo habían echado los "purpurados" del análisis; lo expulsaron desde el primer día. Sólo hay que repasar asuntos varios y se verá con nitidez que se auguraba su salida al final de la primera temporada.
Ronaldo va por el mundo sin propaganda, algo que repetimos aquí constantemente. Con la que tiene cualquier reserva del equipo guay, CR sería lo que es: un superclase para todos. Pero el marketing es fundamental. Así pues se tiene que consolar con ser un grande pero en el anonimato; no vaya a ser que se diga muy alto y se rompa la UE. Ése es uno de los grandes problemas que tiene el Madrid: con esa historia del señorío, que había desterrado Mou, el club tiene mucho seguidor de un cuarto de hora.
Al portugués le han dado palizas (verbales) paralelas a la que le da el oso a Leonardo DiCaprio en "The revenant". Ahora el debate es que le mete los goles a equipos modestos cuando todos estábamos convencidos de que el Celta era un equipo que juega divino y que ya ganó este año 4-1 en alguna ocasión.
Ahora bien, nuestro protagonista de "The revenant" particular tiene que moderar el lenguaje y algún gesto. Y Florentino tiene que hilvanar, aunque sea de tarde en tarde, un proyecto (que no esa cosa del modelo) que le valga para al menos un par de años. Que empiece a funcionar de verdad la "sección moqueta" de Concha Espina porque este año se esfumó, aunque, por fortuna, todavía queda el último disparo (que también puede ser petardo) con la Liga de Campeones. De hacer diana la cosa acabaría como la película, que, tras la paliza del oso, el trampero (que no tramposo) Hugh Glass se rehace.
