"Hay que seguir haciendo el trabajo diario con honradez, humildad, responsabilidad, y dedicación absoluta". Esa es ahora la prioridad del técnico del Marino, Blas García, una vez que el equipo se quedó prácticamente fuera de la lucha por el play off al distanciarse en 10 puntos del cuarto a falta de diez jornadas tras perder los dos últimos partidos a domicilio con el Covadonga y el Astur.

El técnico lo tiene claro. "El único sentido de la semana es prepararnos adecuadamente a nivel físico, táctico y mental para afrontar el partido con el Gijón Industrial. Todos somos mayores de edad y sabemos que no hay que pensar en mucho más después de perder estos dos partidos seguidos, el último ante un rival en descenso. Ya veremos lo que pasa en las próximas semanas, pero esta semana es así", comentó.

La otra premisa es que no se pueden bajar los brazos. "Ya no hablamos de objetivos, ahora hay que pensar sólo en el siguiente partido centrándonos en el trabajo de la semana, intentar mejorar cada uno y llegar al domingo con el ánimo renovado para afrontar el partido como los últimos que hicimos en casa", señaló.

El vestuario asume su responsabilidad en una temporada que sigue el mismo camino decepcionante del pasado año, pero el técnico exculpa a los jugadores. "Ellos ponen lo que humanamente pueden y yo les dejaría tranquilos porque todos los posibles errores y responsabilidades respecto al juego son mías. Ellos son futbolistas y se dedican a lo que tienen que hacer con más o menos acierto, y los problemas son míos, por eso pienso que la responsabilidad debe recaer sobre mi como máximo responsable", señaló.

Y es que Blas defiende que los técnicos están "para dar la cara y aparecer" cuando las cosas salen mal. "La victoria tiene muchos padres pero en la derrota quedamos muy pocos, aunque en este caso yo estoy para cuando sale mal, porque cuando las cosas van bien no necesito halagos".

Todo es ahora negativo en el entorno del club, pero el técnico confía en que los jugadores demuestren su valía cada domingo. "Parece que todo el mundo es muy malo, que nadie sabe jugar y que se hacen todas las cosas mal, pero tenemos una oportunidad el domingo de demostrar que no somos tan malos. Y eso se consigue poniendo todo en el campo para hacer un buen trabajo".

Quedan diez partidos, demasiados para un equipo hecho para estar arriba pero que se ha quedado con muy pocas opciones clasificatorias, y que corre el peligro de ir desintegrándose poco a poco. "Eso no pasará si se hacen las cosas con responsabilidad y profesionalidad. Estoy convencido de que no pasará nada porque se está dando el 110 por ciento cada uno de nosotros y es la forma que tienen los futbolista de demostrar que hicieron lo que estaba en su mano y que ejecutaron lo que mandó el técnico, que es el culpable cuando se pierde", insistió.