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Sirve de precedente

El Madrid de Queiroz perdió la Liga 2003-04 tras sufrir un desplome semejante al actual del Barcelona

Sirve de precedente

Diego Pablo Simeone nunca ha querido reconocer a su equipo como candidato al título de Liga. El objetivo del Atlético, insiste el técnico desde el inicio de temporada, es el tercer puesto que le garantiza la próxima Liga de Campeones. Zinedine Zidane dio por perdida la Liga después de la derrota en el derbi madrileño en el Bernabéu. Dos meses después, las cosas han cambiado tanto que los responsables del Atlético y del Madrid casi tienen que frenar la euforia de sus entornos. En cuatro jornadas, el Barcelona ha dejado escapar once puntos, lo que unido a su eliminación europea pinta un panorama desolador del actual campeón. Un escenario que invita a recordar otro desplome incomprensible, el del Madrid de la temporada 2003-04.

Carlos Queiroz, el entrenador portugués elegido por Florentino Pérez para sustituir a Del Bosque en 2003, tenía en la plantilla de aquel Madrid un ramillete de "galácticos": Casillas, Roberto Carlos, Zidane, Beckham, Figo, Guti, Raúl y Ronaldo Nazario. Pasado el ecuador de la temporada, el Madrid parecía tener encarrilada la renovación del título de Liga porque en la jornada 26, con doce partidos por disputar, era líder con ocho puntos sobre el Valencia, nueve respecto al Deportivo y trece ante un Barça que había llegado a estar a 18.

Casualidad o no, la deriva de aquella temporada para el Madrid empezó a cambiar con la inesperada eliminación en la Liga de Campeones frente al Mónaco, en marzo. Fue el primer revés en el objetivo del triplete, que en aquel momento parecía asequible con la ventaja en la Liga y la clasificación para la final de la Copa del Rey. También por esa época (un 17 de marzo), el Zaragoza de David Villa hurgaba en la crisis blanca al adjudicarse la Copa en la prórroga (3-2).

El Madrid aguantó el tirón liguero hasta la jornada 33, a la que llegó empatado con el Valencia a 70 puntos, y todavía con siete de ventaja sobre el Barça y nueve ante el Deportivo. Pero en los últimos cinco partidos el hundimiento fue total, hasta el punto de no sumar ni un punto más. La clasificación final daba fe de uno de los vuelcos más espectaculares de la historia de la Liga: Valencia, 77; Barcelona, 72; Deportivo, 71; y Real Madrid, 70. Nadie se lo explicó entonces, pero dos años después Florentino Pérez abandonó la presidencia lamentando haber consentido demasiado a sus jugadores.

A la vista de la situación del Barça, algunos analistas también apuntan a la necesidad de mano dura en el vestuario. En la previa de la entrega de los Premios Laureus, en Berlín, Fabio Capello puso como ejemplo a Carles Puyol, a su lado en la rueda de prensa, para frenar la caída: "Creo que es necesario un capitán que coja a los jugadores por la corbata. Son momentos en los que el entrenador puede intentar hacer las cosas de una manera, pero si no encuentra un líder en el vestuario no sirve de nada".

Con la marcha de Puyol y de Xavi Hernández, los capitanes del Barça son Iniesta, Messi, Mascherano y Busquets. Estos cuatro jugadores, junto con Piqué, son las referencia para el resto de la plantilla. Y, también, los interlocutores de Luis Enrique, que públicamente sigue expresando su total respaldo a los jugadores. De palabra y obra, como demostró el domingo al mantener los 90 minutos en el campo a los once titulares. "No he sustituido a nadie porque habría sido injusto. Los jugadores han dado una lección en la segunda parte de cómo se debe afrontar este momento".

Ansiedad es la palabra más repetida para explicar lo ocurrido el domingo en el Camp Nou. El entrenador del Valencia, Pako Ayestarán, reconoció que el Barça tuvo más oportunidades y pudo ganar el partido, "pero ahora les pasa factura la ansiedad. Es lo que seguramente deben controlar". Y con lo que juegan rivales como el de mañana, el Deportivo, que está a un paso de asegurar la permanencia en Primera. "Tenemos que hacer nuestro partido", advirtió la figura del equipo coruñés, Lucas Pérez.

La racha actual del Barcelona, con tres derrotas consecutivas en Liga, remite a épocas en las que el club vivía una crisis institucional. La última vez que el Barça perdió tres partidos seguidos fue en enero de 2003, lo que le costó el cargo a Louis van Gaal, que sería sustituido hasta final de temporada por Radomir Antic, con Toño de la Cruz como entrenador interino.

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