Hay días así. Te levantas y lo primero que haces es tropezar con la mesilla de noche. El móvil se cae al suelo, la lámpara se rompe y de ahí en adelante no hay forma de enderezar la jornada. Algo así le sucedió ayer a los jugadores del Unión Financiera. Entraron en la pista, fallaron un tiro, hicieron una mala defensa y cuando intentaban corregir los errores que estaban cometiendo se equivocaban en otra cosa. Una y otra vez.

El Peñas Huesca, con intensidad en defensa y sin tener tampoco demasiado acierto, comenzó mandando en el partido y acabó de la misma manera. Lo primero fue un parcial de 0-8 cuando se llevaban 3.10 de partido. Y desde entonces siempre fueron por delante. Que el Unión Financiera no había aún llegado a la cancha lo resumen perfectamente los ocho puntos que hizo en el primer cuarto (8-18) el equipo dirigido por Carles Marcos. Nada les salía. Ni tiros lejanos ni entradas a canasta. La defensa sobre Ferrán Bassas, quizás el hombre más determinante de los ovetenses, estaba asfixiando al catalán. Tanto que una parte de la grada ya pronto empezó a quejarse de un exceso de permisividad de los colegiados sobre la defensa visitante.

Pero lo malo fue que no llegó la reacción esperada. Y no porque a los jugadores les faltaran ganas ni porque el público no hubiera respondido a la llamada. La grada de Pumarín rugió como en las mejores ocasiones y los jugadores luchar luchaban. Otra cosa es que obtuvieran algún rédito en esa batalla.

En el segundo parcial ya se asentó la que sería la sensación continúa de frustración que ayer se instaló en el pabellón. Hacía falta que a un Miso, a un Víctor Pérez o a un Bassas le entraran un par de triples seguidos, una chispa que permitiera encender la llama. Pero no había forma. Y el Huesca a lo suyo. Establecido en una renta siempre superior a los diez puntos, pudo navegar por el partido con total comodidad. Trece abajo (25-38) se fueron al vestuario los ovetenses. Y lo peor de todo: con la sensación de que lo mejor era el resultado. Una primera parte en la que el equipo ovetense no anotó ni un triple. La primera vez que le sucede esta temporada.

Si hay que definir de una manera el tercer cuarto, habría que hacerlo como el de la "mala leche". La que les entraba a los jugadores locales cada vez que fallaban un tiro y la que se apoderaba del público cada vez que los colegiados pitaban alguna acción discutible. Que fueron varias y casi siempre a favor del visitante.

Pero los dos árbitros están lejos de ser culpables de la derrota del equipo ovetense. Un Unión Financiera que aún tuvo alguna ocasión cuando se tiró a la épica en el último cuarto. Liderados por ese fabuloso loco que tienen por capitán, Agustín Prieto. Pero es que ayer no era el día. Bassas tuvo un triple para ponerse por debajo de la barrera de los diez puntos (53-63) de distancia cuando quedaban 5.50 por disputar. Entró y salió hacia afuera. Un poco después volvió a tenerlo Van Wijk. Tampoco.

Un mal día lo tiene cualquiera. Y lo mejor es que mañana (18.15 horas, en Pumarín) esta derrota puede ser sólo pasado. Hace falta que el día amanezca luminoso.