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Al Palo

Calma, que lo dice Perales

El Madrid ganó gracias al fichaje más caro de la historia de la humanidad y galaxias colaterales, al decir de los grandes expertos en costes de fichajes, que hay muchos. Y todos manejan cifras muy fiables. Así pues, Gareth Bale, que sería el fichaje más caro de la humanidad y galaxias colaterales, va amortizando ese dineral que pagaron por sus servicios de la mejor manera posible. Un par de goles al Rayo, además de sumar para su caché eso que se dice tan costumbrista de "echarse el equipo a la espalda", descrito en la fórmula A; "tirar del carro", dicho en una fórmula más rural.

"El Expreso de Cardiff" ya puede incluso empezar a cantar alguna pieza gloriosa ("We Are The Champions", por citar) y combinar ese apodo con el de su compatriota Tom Jones, "El tigre de Gales".

El caso es que la Liga sigue en coma. No acaba de reaccionar ni de decir a quién va a darle el regalo final. Los guays siguen ahí, de guays. Los vecinos de la ribera del Manzanares siguen en la lucha; el Madrid sigue en su papel de "pringao", posición que asume desde hace un par de lustros, o así. Papel, por cierto, que le va muy bien. Cuando el Madrid se pone pavo y estira el cuello le cae un bofetón que, además, le deja un bello flemón durante varias semanas. Ya se vio en Alemania; ya se vio en los primeros minutos contra el Rayo. Así pues, necesita calma, que ya lo dice Perales en su último disco. Y si hay un autor de canciones top en serenidad ése es Perales. Tampoco hay casi nadie con una personalidad tan calmada como la del cantante de Cuenca, que en eso, en calma, está al nivel de Leonard Cohen.

Siguiendo en el mundo de la música, no hay que olvidarse de "Ante todo, mucha calma", que titulaban los de "Siniestro Total". Calma, eso es lo que necesita el Madrid justo para no terminar la temporada en siniestro total.

Lo que viene de inmediato es el City de Pellegrini, que dice que no tiene ninguna cuenta pendiente con el Madrid (no se sabe si el Madrid la tiene con él). Y lo siguiente es seguir echando el aliento en el cogote de los guays, que no son muy de aguantar el aliento (como cualquiera con olfato común), salvo que tengan algún empujón extra para separarse unos metros de tal tufo en la nuca.

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