Las cuentas de la salvación están echadas y bien echadas: hacen falta los nueve puntos de los tres partidos finales para alcanzar el sueño iniciado en el ya lejano verano de 2015. Éibar, Getafe y Villarreal son los tres rivales que le quedan al Sporting, cada uno con su alto grado de dificultad. El viaje al Coliseum aparece ahora mismo, más allá de lo sucedido anoche en el Balaídos vigués, donde, faltaría más, pasó lo que tenía que pasar. A estas alturas cada hora que pasa se echan más de menos los puntos que se fueron del Anfield del Piles ante Espanyol, Getafe y Levante. Con aquellos tres partidos ganados ahora el equipo podría pasar las mañanas en La Ñora haciendo estiramientos, y arbitrajes tan genuflexos como el del que dice ser y llamarse Clos Gómez serían puras anécdotas en el devenir rojiblanco.

Resulta que hoy es martes, aunque siga sin ser Bélgica, ni falta que hace, y la sensatez indica que hay que tener la mirada puesta en la noche del viernes cuando llegue el Éibar. Pero la indignación por la actuación del tal Clos es tan grande que las buenas gentes rojiblancas no la pueden olvidar. El arbitraje español está de rodillas ante los grandes y se pone chulo con los modestos como el Sporting, el club con el presupuesto dedicado a la plantilla más bajo de Primera. Lo peor de todo no son los errores acumulados por los árbitros contra el Sporting, sino que después el protagonista de ellos es premiado. No hay más que ver lo sucedido con Estrada, autor de la masacre de Granada, elegido después para partidos de rango. Veremos a Clos en la final de la Copa del Rey.

Nadie discute que de cien partidos entre los actuales Barcelona y Sporting los catalanes ganan noventa y nueve y empatan el otro, pero no es lo mismo salir del campo con dos o tres a cero que con un seis a cero, que fue el caso. Claro que fue peor lo de Granada, donde el Sporting perdió puntos, los sumó un rival directo y perdió el goal average. Aquella fue un lanzada, una más, que obliga a ganar los tres partidos finales.

La clave, damas y caballeros, señoras y señores diputados, va a estar en Getafe, dicen los más finos analistas del lugar. Es un rival muy directo y juega en su campo, donde el recuperado Valencia pasó por un duro trance. En el Getafe, por cierto, ya golea Stefan Scepovic, que no llevó al Sporting a Primera porque en el tramo final de la temporada le llegó una pertinaz sequía. Stefan, que así firma ahora, ha sido recuperado por Esnáider, que de delanteros tiene que saber bastante. Habrá que doblegar al Getafe, pero antes habrá que dar buena cuenta de un Éibar fiel a su estilo de sumar en los tramos iniciales de la Liga y sufrir un bajón en los finales. En el ejercicio pasado el bajón le costó el descenso, pero la sanción al Elche lo salvó.

A la vista de la situación, al margen de lo que hagan unos y otros, el objetivo es conseguir la victoria ante los vascos. Y llegados estos momentos, hay que mantener las buenas costumbres; por eso, si pregunto, ¿molesto?: ¿qué partido o partidos de rivales del Sporting causan más pavor? Porque la realidad nos dice que hay que estar prevenidos ante duelos de los que pueden salir quebrantos para los intereses rojiblancos. Nueve puntos.