Decía Bale en la víspera del partido con el Manchester City que el Madrid había aprendido la lección de Wolfsburgo. Comprobado queda que así fue a la vista de lo exhibido ayer en el estadio inglés. El Madrid se la jugará en casa con un resultado mucho más favorable que ante el equipo alemán y con la sensación de que el guarismo final aún pudo ser mucho mejor que el del empate a cero.
Un Madrid sin Cristiano Ronaldo y con un Benzema muy limitado apenas pasó apuros frente a un rival que está harto de irse para casa por fallar precisamente en su campo. Así que los de Pellegrini jugaron con el freno echado y eso les permite seguir vivos frente a los de Zidane, que dominaron y combinaron mejor pero a los que les faltó pegada, la cualidad que en tantas ocasiones les ha salvado cuando las cosas rodaban mal en cuanto a juego.
Pero es que Bale, de nuevo él, todavía está lejos de las buenas cifras del portugués y del francés, por decisivos que hayan sido algunos de sus goles en el Madrid. El galés pone empeño, sin duda, pero aún le falta mucho, en el mejor de los casos, para ser un auténtico líder, capaz de marcar diferencias.
