La Liga 2015-16 no tiene ni punto de comparación con tres e las cuatro consecutivas de Johan Cruyff, pero los jugadores del Barcelona no pudieron honrar mejor la memoria del hombre que lo cambió todo. Hasta su vuelta al club como entrenador, en 1990, el Barça llevaba diez ligas. En los 26 años siguientes ha conseguido 14, el número mágico del holandés fallecido en marzo. Ayer, Luis Enrique ni siquiera tuvo que recurrir al golpe de fortuna que solía acompañar a Cruyff en los finales apretados. El asturiano llegó a la última jornada con los deberes hechos, sin depender de nadie, porque supo gestionar el bajón que puso en peligro un título que parecía cantado a falta de siete jornadas. El Barcelona demostró su superioridad frente a un Granada que nunca puso en peligro el alirón azulgrana. Luis Suárez, quizá el jugador más competitivo de la plantilla, se encargó de marcar las distancias entre el campeón y un equipo que llevaba una semana de celebraciones.

Con la lección bien aprendida, el Barcelona saltó a Los Cármenes a demostrar quien mandaba allí. En vez de contemporizar, como había ocurrido en su última salida, frente al Betis, se tiró al cuello del Granada. En diez minutos fue capaz de ganarse tres ocasiones claras. Sobre todo la primera, en un córner peinado por Mascherano en el primer palo y que encontró a Piqué en situación ideal, pero su cabezazo lo sacó como pudo Andrés Fernández sobre la misma línea, pese a que los azulgrana reclamaron gol. Pese a que el Granada montó un búnker en torno a su área, como si le valiese el empate, al Barça no le costaba mucho encontrar situaciones ventajosas.

Hasta que Neymar rompió la defensa en línea local con un pase para la carrera de Jordi Alba, que encontró en el otro palo, completamente solo, a Luis Suárez, olvidado por Miguel Lopes, precisamente el granadino que rompió el fuera de juego. La ventaja relajó al Barça, que durante un buen rato se dedicó a conservar el balón, más incomodado por un césped alto y seco que por el rival. Curiosamente, el estado del campo se alió con el Barcelona para encarrilar el triunfo y el título antes del descanso. Un pase en profundidad de Mascherano, que en condiciones normales se hubiese perdido por la línea de fondo, se frenó lo suficiente para que Alves llegase a conectar un centro que Luis Suárez, siempre atento, cabeceó a bocajarro. Al descanso, la Liga y el "Pichichi" parecían asegurados.

La entrada del exbarcelonista Cuenca, el jugador más en forma del Granada en las últimas jornadas, fue el anuncio de un segundo de tiempo más abierto. Se estiró el equipo de José González, que por fin hizo trabajar a Ter Stegen en una llegada de Fran Rico, que remató sin malicia alguna. Con espacios brilló más la calidad de los azulgrana, especialmente de Messi e Iniesta, que dejaron controles, pases y regates para el disfrute de los futboleros. También Neymar, pese a ser otra vez el saco de los golpes, estuvo mucho más entonado que en los últimos partidos, aunque sin el premio del gol, que evitó Andrés con una espectacular parada.

El 0-2 dejaba un pequeño margen para la sorpresa, pero el Barça no se dejó sorprender ni en un par de córners bien defendidos. Hasta, que a falta de cinco minutos, Messi volvió a poner en funcionamiento al tridente. El argentino filtró un pase para Neymar, que renunció a su gol para regalarle otro "hat-trick" a Luis Suárez, que cantó los 40. Fue el colofón adecuado para un hombre clave en la temporada, el único del trío que estuvo enchufado desde la primera jornada hasta la última. Sus 40 goles fueron decisivos para la Liga número 24 del Barça, la segunda de la era Luis Enrique, la sexta de los últimos ocho años y la decimocuarta desde que Johan Cruyff convirtió al Barça en una máquina de ganar. Por eso, nada mejor que esperar a la última jornada para recordar aquellos títulos tan cruyffistas.