Los ecos de la fiesta rojiblanca no pueden ser borrados por la inaudita cacería a la que algunos desavisados están sometiendo al bueno del gran Marcelino. La permanencia de Abelardo, porque el año pasado el ascenso fue de Abelardo, y este logro también lo es, no puede ser oscurecida por una frase del entrenador del Villarreal, que nada dijo que no se supiera, que es del Sporting porque en él jugó y a él entrenó. La verdadera sorpresa estaría en que hubiera afirmado lo contrario. En un vano intento de desviar la atención del fracaso del Getafe, porque la clave de la cacería es el Getafe, no el Rayo Vallecano pese a los absurdos inventos de su presidente, se quiere poco menos que culpar al Villarreal de todo lo sucedido. El Villarreal perdió en su campo ante el Deportivo de La Coruña, que se salvó por esa victoria, pero ese resultado no importó. Perdió en El Molinón de la gloria, pero esa derrota ha emponzoñado la Liga. Damas y caballeros, nunca un resultado ha provocado tal malestar en un sector de allegados a Ángel Torres, presidente del Getafe.
La histeria de un histriónico analista de la televisión pública con el arbitraje de Gil Manzano en Sevilla se convirtió en el peor ejemplo de lo que tiene que ser una televisión pública y un análisis sosegado. Gil Manzano perdonó un penalti de libro al Getafe y la expulsión que sufrió el cuadro azulón no llegó hasta el minuto 89. De la doble tarjeta amarilla en el partido anterior a Nacho Cases, ni palabra. La cuestión residía en culpar del descenso del Getafe a Gil Manzano y al resultado de Gijón.
Pero se da la circunstancia, damas y caballeros, señoras y señores diputados, que en los dos partidos en los que se dieron los resultados más normales fueron en los del Anfield del Piles y en el Villamarín. El Sporting ganó al Villarreal, que ya traía hechos los deberes (y menudos deberes), como había ganado a Atlético de Madrid (finalista de la Liga de Campeones) y al Sevilla (campeón anoche de la Liga Europa). El Betis ganó a un Getafe gris y anodino, que nunca dio la imagen de jugarse la vida en el último partido. Y todo esto, aliñado por la acusación del presidente de la Liga de Fútbol Profesional, Javier Tebas, al Rayo derrotado en San Sebastián e investigado por presunta venta del partido. Todo se queda en nada ante una frase sincera del entrenador del año, que ha llevado a un equipo de una villa a la Liga de Campeones y a las semifinales de la Europa Liga.
Los ecos de la fiesta no pueden ser acallados por la absurda cacería que algunos pretenden organizar contra el gran Marcelino. El club rojiblanco tendría que mover algún que otro hilo para parar las aguas del olvido. Claro que lo importante es que el Sporting sigue en Primera, que ha dado una enorme zancada hacia su saneamiento definitivo y que el mundo rojiblanco va a poder seguir disfrutando de la visita de los mejores equipos. Lo demás, anécdotas de la vida diaria a las que hay que hacer frente con decisión. En días tan señalados, las buenas costumbres han de mantenerse; por eso, si pregunto, ¿molesto?: ¿Esuperio, por qué no te mojas? Porque hay que mojarse siempre, y más en la semana más feliz de un sportinguismo más que feliz.
