Si el objetivo era despolitizar la final de la Copa del Rey, la resolución de la Delegación del Gobierno en Madrid de prohibir la exhibición de banderas esteladas -símbolo del independentismo catalán-, en la final que el Barcelona y el Sevilla disputarán este domingo en el Vicente Calderón ha conseguido justamente lo contrario. Nadie habla de la final en términos deportivos y los políticos han saltado al césped para pronunciarse sobre el tema. El apoyo a la medida llega desde el gobierno y la presidencia de la asociación de clubes (La Liga); en el PP surgen grietas, en el PSOE la división es evidente y desde Cataluña se levanta una marejada de protestas. La propia directiva del Barcelona anunció ayer la presentación de un recurso judicial contra la prohibición.

El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, señaló en Mallorca que el tema "no es competencia mía", pero resaltó que "se trata de una decisión adoptada por quienes deben velar por la seguridad" y que se "adapta a las normas de la Federación Española y de la UEFA".

Para Rafael Catalá, ministro de Justicia en funciones, "lo único que ha planteado la Delegación del Gobierno en un ejercicio de racionalidad y de sensatez es garantizar que el evento deportivo sea una fiesta, que sea un partido de fútbol en el que haya convivencia y pasión", y lamentó que "se mezcle deporte y política, algo en lo que algunos son especialistas con el objetivo de ir buscando el conflicto. También desde el Ejecutivo, el titular de Exteriores, José Manuel Margallo, dijo que la resolución "a mí me parece perfecta" pues "la estelada está fuera del orden constitucional".

Javier Tebas, presidente de La Liga, apoyó la prohibición pues "las esteladas en este tipo de partidos son símbolos que defienden la destrucción de España. Tiene su sentido que tratándose de la final de la Copa de España sean símbolos prohibidos".

Rafael Hernando, portavoz del Grupo Popular en el Congreso, tildó de "infantil" el anuncio del presidente de la de la Generalitat, Carles Puigdemont, de no acudir a la final en señal de protesta por la medida, y enfatizó que "la estelada no es la bandera oficial de Cataluña y ofende a muchas personas al simbolizar la ruptura con España. Para los aficionados del Sevilla su presencia puede resultar ofensiva".

No lo tiene tan claro el coordinador del Partido Popular en Cataluña, Xavier Albiol, quien señaló que "si han tomado esta decisión deben tener sus motivos, pero yo no soy partidario de que se prohiban las banderas, como no soy partidario de que se silben los himnos. No comparto la decisión".

Desde el PSOE, posturas opuestas. Así, Ángel Gabilondo, portavoz de los socialistas madrileños, afirmó que "a mí me parece un error, no creo que con esto se contribuya ni a generar concordia ni a abrir espacios para una mejor articulación territorial"; en tanto el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, aseguró que "yo no soy de mucho prohibir, pero me parece una buena decisión", para recalcar que la delegación del Gobierno "está en su perfecto derecho de hacer lo que ha hecho".

En opinion de Óscar López, vicecoordinador de Estategia del comité electoral del PSOE, "se trata de la típica cortina de humo del PP en campaña para que no se hable de su gestión".

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que también anunció su decisión de no asistir a la final del Calderón como medida de protesta, consideró la resolución "un inaceptable atentado a la libertad de expresión".

Albert Botran, diputado de la CUP en el Palamento catalán, abogó por "desoir una prohibición totalmente injusta y provocadora, e invitamos a todo el mundo a que proteste de la manera más simpática, amable y contundente contra esta prohibición: llevando precisamente esteladas al campo".

Oriol Junqueras, vicepresidente de la Generalitat, recalcó que "es evidente que se trata de una bandera plenamente democrática y no me gusta ni que se silben himnos ni se menosprecien símbolos o banderas de ningún tipo que expresen sentimientos democráticos".

La consejera de Presidencia de la Generalitat, Neus Munté, calificó la medida de "arbitraria, injusta y muy surrealista", para añadir que "es indignante que una bandera que es del todo legal, que tantas personas han sostenido en movilizaciones del todo cívicas y pacíficas, se prohiba por considerar que incita a la violencia".

"Se puede estar más o menos de acuerdo en su exhibición, pero mostrarla (la estelada) en un campo de fútbol forma parte de la esfera de la libertad de las personas", destacó el consejero catalán de Interior, Jordi Jané.

Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, consideró "ridícula" y "autoritaria" la medida, y ha pedido "que prime el sentido común y que cada uno lleve la bandera que quiera. En una democracia no se puede impedir que alguien lleve una bandera porque expresa un sentimiento".

Para Josu Erkoreka, portavoz del Gobierno vasco, señaló que la prohibición "muy lejos de evitar que se produzcan actos de violencia, que es la razón que se ha aducido para justificarla, podría ocasionar precisamente lo contrario porque se trata de una medida que carece de justificación, arbitraria, infundada y gratuita".