Mientras el presidente del Getafe, Ángel Torres, y el entrenador del Rayo Vallecano, Paco Jémez, se tomaban el desenlace de la Liga como algo habitual en el fútbol, el presidente del club de Vallecas, Raúl Martín Presa, insistía en cargar las culpas a Marcelino García, simplemente por decir lo que todo el mundo sabe: que es del Sporting. Según Martín Presa, su club es tan ejemplar que nunca se ha visto ni se verá envuelto en ningún tipo de arreglo. Ya se le ha olvidado el desenlace de la última jornada de la temporada 2011-12, cuando un empate a cero frente al Granada le devolvía a Segunda División. Conocedor de otros resultados, el entonces rayista Michu intentó convencer a los rivales de que un gol salvaba al Rayo, sin más consecuencias para el Granada. Los andaluces no tragaron, aunque en el último suspiro un gol de Tamudo obró el milagro. En fuera de juego, por cierto, sin que nadie pusiera en duda la imparcialidad del auxiliar de Undiano Mallenco. Es evidente que él, desde el palco, no tuvo nada que ver, pero aquel día Martín Presa debió entender que donde las dan, las toman. Y en el fútbol, más.
