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A Unai se le echa de menos cuando ya no está

A estas horas no sé lo que ha ocurrido en la final de la Copa del Rey. Tampoco me importa, como nada hubiera cambiado si vuelve de vacío de la final de la Liga Europa frente al Liverpool. Porque la valoración profesional de Unai Emery está por encima de un resultado puntual, de un título arriba o abajo. Al entrenador guipuzcoano le perjudica públicamente esa imagen tensa, a medio camino entre capataz y guardia de tráfico. Pero después de diez años al frente de equipos de elite, ya hay base para decir que estamos ante un entrenador de categoría. No lo supieron ver en Valencia, donde les sabía a poco la clasificación, año tras año, para la Liga de Campeones. Y todavía hay cierta reticencia en Sevilla, pese a que ha gestionado con éxito la plantilla de un club con 90 millones de euros de presupuesto. Cuando le echen de menos será demasiado tarde.

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