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Fondo Norte

Tocata y fuga de Javi Fuego y el señorío de Zidane

Cerrado, por lo visto, el episodio de su fallido regreso, nadie se explica aún su marcha para dejar hueco a Matabuena

Los más finos analistas del lugar anuncian que la renovación de Paco Ayestarán como entrenador del Valencia va a dejar en nada el regreso de Javi Fuego al Sporting de la consolidación. El entrenador sabe de la importancia que tiene el poleso en la plantilla de Mestalla, no sólo en el juego del equipo, sino en el ambiente del vestuario, donde es todo un líder. Un líder, eso que se reclamaba para el Sporting de la permanencia y para lo que, al parecer, es reclamado Bernardo, que sigue pendiente de decisión sobre si renovar o no por el club rojiblanco. Javi Fuego, a sus treinta y dos años, sería un jugador muy interesante para las necesidades del Sporting inmediato.

El episodio del centrocampista del Valencia pone sobre el tapete de nuevo su marcha del aquel Sporting que lo descartó por cuatro duros para incorporar a Matabuena, el amiguín del amiguín, sin que el diminutivo tenga nada que ver, Dios nos libre, con el irrepetible e inolvidable Pepe Ortiz. La marcha de Javi Fuego al Recreativo de Huelva fue una de esas operaciones que resumen el Sporting más tenebroso y frustrante de una etapa tenebrosa y frustrante. Se cuenta que fue sustituido por Matabuena y nadie se lo cree, pero así fue, damas y caballeros, señoras y señores diputados.

La marcha de Javi Fuego recordó en su día a la de Abelardo al Barcelona. El gran timonel estaba dispuesto a seguir algún tiempo más en el Sporting, pero en el club tenían prisa por cerrar el traspaso. Y se cerró. Vaya si se cerró, con sustituto incorporado. Nada menos que el central del Valencia Giner, que llegó cobrando nada menos que sesenta millones de pesetas, que en aquella época tenían canto y que jamás se le ofrecieron a Abelardo. Un joven internacional sustituido por un veterano en decadencia y mucho más caro. Así eran las cosas. Esperemos que ya no sean así.

Mientras, la final de Milán se ha colocado a la vuelta de la esquina, a la vuelta de pasado mañana. Las vísperas están siendo de lo más plácidas gracias, entre otras cosas, al señorío de Zidane, que no es precisamente una marca de vinos. El entrenador blanco ha dicho que Simeone lo tiene todo, y lo tiene, y que él está aprendiendo. Y lo dice un campeón del mundo y un ganador de todos los títulos posibles, pero una figura con los pies en el suelo que no ha provocado ni el más mínimo problema en su trayectoria. El rival lo tiene todo, y lo tiene, y no se hable más del asunto hasta el final del partido. El Madrid parece unido, pero discrepante en la valoración de una derrota. Un fracaso, dicen Zidane y Cristiano Ronaldo; no un fracaso, aseguran Sergio Ramos, el hermano de René, y Pepe. Diferentes conceptos sobre las necesidades del equipo y del club. La derrota tiene un nombre, y hay que dejarse de darle vueltas.

En vísperas como éstas las buenas costumbres han de ser mantenidas por encima de todo; por eso, si pregunto, ¿molesto?: Esuperio, ¿a qué se debe la gran temporada que ha despachado Isma López, superviviente de la lista de José Ramón Sandoval? El lateral zurdo ha sido uno de los hombres del año rojiblanco. Aquel gol en el descuento valió su peso en oro.

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