El asturiano Fernando Alonso tenía un doble y complicado objetivo ayer en las enrevesadas calles de Montecarlo: repetir la Q3 lograda hace dos semansas en el circuito barcelonés de Montmeló y borrar, de paso, el mal sabor de boca dejado por el abandono sufrido en el GP de España. Logró ambos. Entró de nuevo en la tercera eliminatoria exprimiendo al máximo el motor Honda y raspando en los guardarraíles la pintura del chasis de su McLaren en cada curva. Y aunque no pudo pasar en ella de la última plaza -décima- hoy saldrá desde la novena aprovechando la sanción de cinco puestos que arrastraba el finlandés Kimi Raikkonen, que fue sexto.

Noveno de tremendo mérito en un circuito en el que adelantar es tremendamente complicado y en el que la potencia del motor cuenta menos que las manos del piloto invita al optimismo; entendiendo por optimismo la posibilidad de que el bicampeón ovetense finalice su segunda carrera del año en la zona de puntos.

Por delante el más rápido y el más listo de la jornada fue el australiano Daniel Ricciardo, evidenciando que en Red Bull no sólo han aprovechando al máximo las mejoras introducidas por Renault en el motor sino también sabiendo gestionar a la perfección la elección de los novedosos neumáticos ultrablandos estrenados por Pirelli.

Ricciardo logró la primera pole de su carrera doblegando a los Mercedes del alemán Nico Rosberg y del británico Lewis Hamilton, que hoy deberán olvidarse de peleas domésticas como la que les arruinó la carrera en Montmeló si no quieren ver cómo Red Bull les come de nuevo la tostada. En Barcelona fue Verstappe, que ayer cometió un tremendo pecado de juventud lléndose contra la valla en la primera eliminatoria, y hoy la amenaza se llama Ricciardo.

Ruedas más anchas. Pirelli, por otra parte, anunciaba ayer que las ruedas que llevarán el próximo año los monoplazas será un 25 por ciento más anchas (de 24,5 centímetros a 30,5 en el eje delantero y de 32,5 a 40,5 en el trasero), que afectará tanto al equilibrio de los monoplazas como a su estética.