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Desde la modestia

La afición del Oviedo estuvo durante muchos meses ilusionada con el equipo. Y esperanzada por un posible regreso a Primera. Inexplicablemente, el equipo cambio de entrenador cuando iba tercero. Sergio Egea se fue porque así lo quisieron aquellos que deberían haberlo respaldado cuando se enfrentó a algunos futbolistas y no lo hicieron.

Si por algo se distinguía Egea, al menos públicamente, era por su circunspección, por comportarse comedidamente ante los diversos avatares deportivos. Una actitud en clara contraposición con la de algunos rectores del club, quizá demasiado ostentosos a la hora de gestionar la sociedad, lo que al final les ha acabado pasando factura. Porque que un equipo como el Oviedo, hundido durante demasiados años en el pozo de la Tercera y la Segunda B, hiciera una campaña como la que ha hecho debería haber sido valorado positivamente. Sin embargo, al final, se ha considerado como un rotundo fracaso porque desde el principio se le vendió a la afición que la plantilla azul era la mejor de toda la categoría.

¿La era? Los resultados, que son los que cuentan, lo dejan bien claro: no. Había buenos jugadores, es cierto. Pero durante toda la campaña, con Egea primero y, fundamentalmente, con Generelo, lo que no hubo casi nunca fue un equipo. Y más aún cuando se desterró a jugadores emblemáticos. Nuevo ejemplo de la tan perjudicial altanería en el Oviedo de esta temporada.

Preparar el nuevo curso desde la modestia no le vendría nada mal al club.

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