La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Una semana de pasada

El gran golpe de Ali

Cassius Clay puso en peligro su carrera por defender sus convicciones y a los más débiles

Tengo dudas sobre la conveniencia de fomentar el boxeo, un deporte que tiene como único objetivo acabar con el rival a golpes. No tengo ninguna sobre la figura de Muhammad Ali, una persona que trasciende lo deportivo, por muy grande que haya sido. Acostumbrados a las estrellas actuales, que se muerden la lengua o renuncian directamente a comprometerse con nada ni con nadie, provoca más admiración la vida de este hombre. En el apogeo de su carrera, cuando podría haber amasado un puñado de títulos y de millones de dólares, se jugó el pellejo negándose a ir a la guerra de Vietnam. Como se lo había jugado antes defendiendo los derechos de los negros cuando en Estados Unidos sólo las estrellas del espectáculo o del deporte regateaban la discriminación. Además de su calidad física y técnica, de su determinación, los que le conocieron destacan la personalidad arrolladora de Ali, reflejada en sentencias como ésta: "Cassius Clay es el nombre de un esclavo. No lo escogí. No lo quería. Yo soy Muhammad Ali, un hombre libre". Gracias a él, muchos más lo fueron.

Compartir el artículo

stats