Blas García llegó al Marino hace un año pleno de ilusión al contar con una de las mejores plantilla, cuando no la mejor, de su carrera como entrenador. El objetivo era el play-off y el título regional de la Copa Federación, y el reto pelear por el título con el Caudal, que ya se perfilaba como el gran favorito por plantilla, y lograr el ascenso a Segunda B sólo un año después del traumático descenso de la pasada temporada.

Doce meses después el balance es agridulce. "Para mí fue una temporada exitosa, lo tengo claro, porque los objetivos están cumplidos. Cuando entré en la caseta en pretemporada nos marcamos el objetivo de entrar en liguilla y poder optar al ascenso, y como segundo objetivo parcial, la Copa Federación, que es una competición que gusta en el club. Y también lo conseguimos". Lo agrio llega por la poca trascendencia que se dio a lo conseguido. "Al final parece que no hicimos nada porque a este equipo se le negó todo durante todo el año", señaló.

La queja es porque el mal arranque en la Liga, sobre todo lejos de Miramar con unos resultados "impropios de nuestro potencial", según el propio técnico, lastró la confianza todos, incluido el entorno más cercano. "Desde antes de navidades nadie creía en nosotros, nadie, ni los más cercanos. Daba la sensación de que iba a ser imposible sacar la temporada adelante y a falta de diez partidos, tras la derrota con el Astur, el Marino era un desastre y estaba quemado el proyecto. Eso desvirtúa el éxito final".

Y el técnico saca ahí su malestar. "Te han ensuciado y mermado tanto y desde tantos sitios durante el año que la consecución de los objetivos no es un éxito y parece que no vale nada por eso, porque la gente hace los balances a mitad de año y a mi me ensañaron que los cursos se aprueban o se suspenden al final, pero la gente nos ha juzgado y suspendido por las evaluaciones parciales y se olvidó del éxito final", explicó.

Los más perjudicados por esa actitud, en su opinión, fueron los jugadores. "Tengo que dar las gracias a la plantilla porque son profesionales de gran valor, pero la gente les ha desprestigiado y masacrado durante el año algunas veces de forma sangrante y muy poco ética con críticas que no son normales ni razonables", señaló.

El equipo pareció reaccionar al inicio de la segunda vuelta, pero dio un paso atrás con las derrotas contra el Covadonga y el Astur (ambas por 1-0), que marcaron un antes y un después. La plantilla se reunió en el vestuario de Miramar, se analizó la situación con profesionalidad, y las cosas cambiaron radicalmente, hasta el punto de que ahí empezó la remontada hasta el play-off.

Blas García explica los entresijos de aquella reunión. "Hablamos y reflexionamos para ver que se podía hacer porque como profesionales no podíamos dejarnos ir. Decidimos ir partido a partido, acortar los objetivo, buscar una forma de juego en la que nos encontrásemos más a gusto y más confiados, y a pesar de que el partido siguiente contra el Industrial fue horroroso, quizás el peor de la temporada, el equipo se va encontrando y hace la mejor racha de la temporada".

La eliminación contra el Gavà en la primera ronda del play-off añadió más frustración porque el equipo mereció más. "El resultado (4-3) fue injusto porque fuimos mejores en los dos partidos a pesar de que volvieron a aparecer los errores de principios de temporada que no esperas de un equipo tan sólido como este". Lo curioso, recuerda Blas, es que al Marino se le achacó todo el año falta de gol y "nos echó fuera del play-off justo lo contrario cuando la defensa era nuestro fuerte".

El año fue "muy duro" a nivel colectivo a pesar de que, según Blas García, Miramar no es una plaza complicada. "El problema fue que este año parecía que lo teníamos que llevar de calle desde septiembre porque al Marino en esta categoría se le pide que sea protagonista y así es complicado, sobre todo porque al principio teníamos una idea de juego que no acababa de dar los resultados apetecidos a pesar de que el equipo jugaba muy bien y no se merecía los resultados adversos".

El sistema de juego cambió y empezaron a llegar los resultados. " Sabemos que juntarse, trabajar y ser un bloque da muchos mejores resultados porque a todos los equipos les cuesta llevar el peso del partido; era lo más lógico, lo más coherente, lo más sencillo y lo que nos convenía". El técnico siempre confió en llegar al play off. "Yo sabía que un equipo de este nivel podía enganchar una racha de muchas victorias y nos llegó, es cierto que cuando nadie lo esperaba, pero nos llegó y para la historia quedará que el Marino, y no otro equipo, acabó cuarto en este año".

En el aspecto personal, Blas García agradece al presidente luanquín, Luis Gallego, "que me haya dado la posibilidad de trabajar con esta plantilla de tanto nivel", y asume que era un reto importante que, en su opinión, acabó con un "aprobado", aunque la temporada "no fue lo plácida que hubiésemos querido y no hemos mantenido una velocidad de crucero constante". En todo caso, asegura, "para mi fue un aprendizaje tremendo porque fue otro tipo de grupo que llevar. Nada que ver con otras experiencias".

A la hora de hablar del futuro, el técnico sotobarquense tiene dudas. "Ahora vuelvo a dedicar más horas a mi trabajo que es lo que da de comer a mi familia y que descuidé un poco para volcarme con el Marino, pero si hubiese algo que mereciese la pena, que se pudiese compaginar más o menos con el trabajo y que fuese un proyecto atractivo, se estudiaría". Todo ello, asegura, a pesar de que "aún estoy un poco desanimado y es normal después de una temporada tan dura, pero se estudiaría porque hay gente conmigo que quiere seguir".

Su última reflexión es para el Marino. "Le deseo lo mejor, como a todos los equipos en los que estuve. Yo lo antepuse a mi trabajo y a mis asuntos personales, y ojalá que cumpla sus objetivos este año, aunque para lograrlo tendrán que mejorar mucho las instalaciones porque en Balbín es imposible hacer entrenamientos de nivel, no se puede, y eso tampoco se valoró este año".