La gran familia que es el campus del Oviedo Club Baloncesto se siente como en casa en Luarca. La villa adopta, durante dos semanas, a unos 150 pequeños deportistas y a una veintena de entrenadores, que se afanan para aprender disfrutando del balón y del entorno. Las actividades, que van desde la técnica individual a la táctica, pasando por el inglés aplicado a este deporte, no dejan de lado las posibilidades del entorno: viajes a la playa, partidillos en la plaza de la localidad o clases de surf complementan el trabajo sobre la cancha.

La vida del campus suma ya once ediciones en Luarca. "Estamos muy a gusto. Es una localidad que nos trata estupendamente, tenemos la playa cerca, vienen muchas familias a visitarnos y estamos aquí encantados, nos tratan fenomenal. Estamos como en casa", explica Fernando García, director de cantera del club ovetense y máximo responsable del campus. El objetivo de esta iniciativa es simple: "Lo principal es que disfruten del verano, que disfruten del baloncesto, que estén con chicos de otros clubes y que hagan buenas relaciones", afirma García, que después de tantos años ya ha perfeccionado un método de trabajo. Por la mañana, trabajo monográfico, "al detalle, analítico", de la técnica individual del jugador. A continuación, un trabajo de estaciones, poniendo el foco cada día en conceptos diferentes del juego. Y por la tarde, táctica individual y enfrentamientos de dos contra dos y tres contra tres.

El duro trabajo se combina con visitas a la playa, tardes de surf o visitas a la villa valdesana. Hasta Luarca han venido pequeñas promesas del basket, de entre 8 y 18 años, de Madrid, Sevilla, Castilla y León y Galicia. También un joven de Texas, en Estados Unidos, que tiene raíces en Cudillero.

Por otro lado, los monitores no podrían ser de mejor calidad. Entre ellos, cabe resaltar a Agustín Prieto, durante años un referente en el parquet defendiendo los colores del conjunto ovetense. "Esto es una gran experiencia para mí, y para ellos. Se lo pasan bien, tienen 24 horas de baloncesto. Es importante para la formación de los chicos", asegura. También está como entrenador Mathias Madsen, danés afincado en Madrid. "Es muy divertido. Es otra forma de entrenar a la que yo conocía. Es una experiencia nueva", recalca.